martes, 27 de noviembre de 2018

CINCO POEMAS DE EMILY DICKINSON




660

Bueno es mirar atrás hacia el dolor,
para mejor sobrellevar un día,
pensar el poderoso funeral
de cualquier alegría imaginable;

recordar cómo la ocupada hierba
se entremezcló entre sí,
hasta que toda pena se meció en el verano
y nadie pudo ver la piedra dentro.

Y aunque la angustia que tú tienes hoy
sientas enorme, el mar excede en mucho
a alguna gota suya irrecordable,
y uno y otra, sí, son la misma agua.



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1203

Es una criatura tan curiosa el pasado.
Examinar su rostro
puede dejarnos como impronta un éxtasis
o, en cambio, una vergüenza.

Si alguno, desarmado, da con él
que escape cuanto antes.
Sus consumidas municiones pueden
aún reaccionar.



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1212

Una palabra muere
justo al ser pronunciada,
según dicen algunos.

Yo digo, en cambio, que
justo empieza a vivir
en ese instante.



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1536

Llega, como un espía, una advertencia,
un aliento más corto de los días,
un robo que no es robo,
y se van los veranos.



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1762

Mortal mujer fue la naturaleza,
que tuvo demasiado poco tiempo
para hacer su baúl y disponer
el gran cambio del clima.

Qué honorable, qué precipitado
y cuántas exigencias.
Mas la naturaleza lo tendrá todo listo
y aún le sobrarán algunos minutos,

para hacer más hermosa alguna bagatela
que ya era hermosa antes,
encantando al quedarse
y más cuando se va



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Emily Dickinson
La soledad sonora

Selección, prólogo y versión
de Lorenzo Oliván

Editorial Pre-textos


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