jueves, 21 de junio de 2018

ESTO QUE NO ES UN POEMA DE LA MISMA PIEDRA DE NATALIA CASTRO PICÓN




ESTO QUE NO ES UN POEMA


Hay algunas palabras para las que no sirve la palabra, cosas que no han de ser dichas con la piel de los dedos al aire como una flor bajo un sol enfurecido. Allí donde no llega la poesía porque se antepone la lengua, como un batallón de niños enfrentado a lo que más teme. Sus armas, la inocencia del que nombra lo que ve por vez primera para llamarlo hacia su causa. Ven a mí, mi mundo. ¿Qué palabras? Guerra, esclavo, dictadura... Terrores nocturnos que paree ser que ocurren al otro lado del apacible sueño de los mansos, quién le iba a decir a Pedro que lo echarían mañana de su casa, quién adelantaría la muerte de Maruja en una cama de hospital a la que no llegaron a tiempo los cuidados de Jorge, que estaba por entonces cerrando la grieta doliente que abrió en la frente de Marcos el estólido garrote de Fernando, que no llega a fin de mes porque mantiene el seguro privado de sus tres hijos y a cada manifestación, mientras golpea, se repite como un salmo el listado de vacunas. Guerra, esclavo, dictadura... engorda la lista a medida que abrimos los ojos despertando de una siesta narcótica que el tiempo se esforzó por hilvanar despacio y a conciencia. Todo lo que sucede, sucede lejos y en un siglo de hojas sepias. En otro tiempo hubo el hambre y ahora Mercedes le ofrece a su familia el enésimo plato de arroz blanco, el agua del grifo. En un lugar lejano; a dos trasbordos de metro, los inmigrantes cumplen condena de pecado original: son de lejos, de extramuros, vienen a hacer nuestra su desdicha. Quién sabe si Laura no será encerrada por lo mismo al norte de nuestro norte, donde se está yendo ahora a ensanchar el estrecho pasillo de sus pasos futuros. Todos somos de lejos en algún sitio, de muy lejos, de donde las tragedias vienen a incordiar el sueño de los mansos. Como un pelotón de niños con la piel pétalo de flor bajo un sol enfurecido, enfrentados a mirar lo que más temen, valientes manos despertando a los dormidos. La palabra es de otro tiempo. La miseria es hoy, y la batalla.


Natalia Castro Picón
La misma piedra



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