viernes, 13 de marzo de 2020

UN POEMA DE CAUTIVERIO DE NATASHA TRETHEWEY




ACERCA DE LA CAUTIVIDAD

Estando todos desnudos como si fuéramos recién nacidos, procurábamos esconder la desnudez, cuando estos caníbales tomaron [nuestros] libros, arrancaron las hojas y nos entregaron una a cada uno para cubrirnos...
Jonathan Dickinsson, 1699



En manos ahora
de sus captores, aquellos
a los que han llamado salvajes,
¿pronuncian la misma palabra
salvajemente, silbando

esa primera letra,
la imagen de la serpiente
transformando
el pensamiento en discurso?
Para ellos ahora

todo es carne
como si sus pensamientos, hechos
de repente corpóreos,
revelasen incluso más
su desnudez,

su vergüenza:
sus cuerpos rendidos
desnudos como los de los nativos,
vulgares y pálidos,
su sexo ordinario,

el bello ilícito y secreto
que no cubre (no puede)
lo suficiente.
Desnudos como recién nacidos,
así es como son llevados

al conocimiento. Adan y Eva
en el Nuevo Mundo,
sólo tienen la Biblia
para cubrirse. Piensa en ello:
una mujer sujeta frente a ella

la hojas arrancadas del Génesis,
y un hombre se cubre a si mismo
con el frontispicio
del Buen Libro, su propio nombre
está inscrito en la página.



Natasha Trethewey
Thrall (Cautiverio)

Traducción y prólogo de Nieves García Prados

Valparaíso Ediciones



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