domingo, 22 de marzo de 2020

TRES POEMAS DE CESTO DE TRENZAS DE NATALIA LITVINOVA




Mi bisabuelo
tuvo una fuerte fiebre
a los siete años
que los remedios
no lograban bajar.
Entonces su padre
tomó la navaja
y le hizo un corte
en la nuca.

Es una fiebre antigua,
se tiene que liberar,
este cuerpo pequeño
no le alcanza.

Al día siguiente
el niño estaba bien.
La cicatriz en su nuca
fue un ojo
que veía
hacia dentro.



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Las mujeres de mi familia
guardan el cabello
que se cortan
en un cesto de trenzas.

Es una tradición antigua,
ya no se sabe,
quién la inició.

Mechones, bucles,
pelo suelto,
cobrizo, rubio
o ceniza.

Temo que los roben
las urracas
o que lleguen
a manos de una bruja.

Si viene,
no le abras la puerta.
Y si abres,
no la dejes pasar.
Y si la dejas,
no le des ni sal ni pan.

Todo lo que hayas tocado
lo convertirá
en su elemento,
advierte mi abuela.



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Dos potrillos
de yegua muerta
durante el parto,
criados por mi madre.

El de color blanco
pasta libre
y se deja acariciar.
El negro
queda atado y rabioso.
Cuando no hay nadie
le trenzo las crines.

No dejes
que otros te cabalguen,
le pido.

El caballo y yo
mirándonos.

Sé mi talismán,
quiero que absorbas el mal
y me recibas.



Natalia Litvinova
Cesto de trenzas

La Bella Varsovia


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