SI SE SUBE AL ANDAMIO
y le dan convulsiones
ningún escritor va a contar su historia
porque la literatura, casi siempre, deja caer una sábana
sobre el cadáver de los obreros muertos
así nadie sufre
ni se entera
ni se quiebra el papel con historias poco interesantes para
la gente que se regodea en la puerta de las facultades
o en la Fnac
la literatura
casi
siempre
(he dicho casi siempre por temor a que nadie lea nunca este
poema)
olvida contar las convulsiones
de nuestra clase social.
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«Yo nací un días
que Dios estuvo enfermo,
grave.»
César Vallejo
YO NACÍ UN DÍA EN QUE EL PESET ESTABA LLENO
y mandaron a mi madre a otro hospital
como si hubiese ido a pedir mesa a un restaurante y no
tuvieran sitio libre.
Mi infancia me tintó las pupilas de
blanco y negro
igualitas al uniforme de los camareros que a todas horas de
blanco y negro
pasaban por delante de mis ojos.
Me convertí en equilibrista de las barras
y mamá
con cara de camarera
con cuerpo de camarera
con manos de camarera
me levantaba a pulso para que viese cocer el arroz.
El presente
es un pozo confuso donde habita la niña que fui y mi con-
ciencia de clase.
Por culpa de sus gritos
nunca duermo
ni me adapto.
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EL CÁNCER NOS HA DEJADO LA CASA VACÍA
sin un lugar donde agarrarnos pienso
que no verás crecer todo tu esfuerzo
ni a tus hijos
ni a nosotros
que te quisimos como a un padre siempre
hay un hueco en el centro del salón que no se ve pero
cuando me siento ahí
justo
ahí
me cuesta respirar y la ansiedad me llena el pecho de
recuerdos
El cáncer nos ha dejado al casa vacía
y a mí
casi
casi
sin nada que decirnos.
Ángela Martínez Fernández
Huracanes en la periferia
la oveja roja
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