lunes, 14 de octubre de 2024

UN POEMA DE EDUARDO MOGA Y OTRO DE TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO EN PÁNICA SEGUNDA



 

 

 

Eduardo Moga

 

[TE ESPERABA EN EL ALAMBRE DEL DÍA…]

 

Te esperaba en el alambre del día, comiendo latidos, sofocando el

grito de los huesos. A veces, sin embargo, cuando las poleas levanta-

ban relámpagos y la noche sabía a almacén, callaba. Recordaba

 entonces las cosas pequeñas: la luna húmeda que encendía nuestros

pasos junto al muelle o las palmeras amarillas de Tozeur o aquel

lento cometa, sobre los montes caudalosos, a cuyo paso imaginamos

la vejez. Te esperaba, deshabitado, acariciando el tiempo.

 

Ahora que se ha endurecido tu imagen, no sé dónde guardas el pan,

dónde los quicios, las rodillas familiares, los ídolos de tu olor; he olvi-

dado cuándo regresarán tus manos. Aquí, mientras tanto, ascensores,

transeúntes, horas que escupen lágrimas.

 

Te esperaba. Hablábamos de cosas sencillas. E ingería la copa, los pezones, tu mínima tos. Después salíamos a cenar como si nos hubiera amenazado un ángel.

 

[Poema XIV de El corazón, la nada]

 

 

―――――――――――

 

 

 

Tomás Sánchez Santiago

 

 

 

No llaman al alivio por su nombre

los sueños que caen

en una cama conforme y movediza

a la vez, donde estalló el cristal del abandono.

Ésta que quiero ahora, ésta

que toco a tientas y escarbando

para encontrar las raspas finales de otro cuerpo

que detuvo la luz sobre las uñas

y propuso en la piel la huida hacia un pronombre.

Que no es conmigo.

 

Entra una muchedumbre y sus pinzas

finales en este corazón. Y todo cabe

y todo se reúne en una única página

que sólo aprende quien tacha

en la memoria las trampas de los nombres,

pero salva la música

de lo insólito, el compás sin aviso de la extrañeza

que cada ser posee hasta que le entra el lento

lengüetazo de una Norma.

Que aquí no nombraré.

 

(El que desordena, libro inédito)

 

 

 

Pánica Segunda

VV.AA.

 

Editorial Delirio – Diputación de Salamanca


 

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