viernes, 1 de noviembre de 2019

DESEO UN POEMA DE BERTA GARCÍA FAET




DESEO



y mujeres que sólo se alimentan de pétalos de rosa

Oliverio Girondo


and the lovers
pass by, pass by

Sylvia Plath



Padres, hermanos, amigos, profesores:
soy un ser de deseo.

No es suficiente el contexto
yo en el salón, en la bañera, en el cine, en el despacho,
ocupada en las tareas que desubican el deseo
para lograr acallar este hecho sin espacio:
que, especialmente,
soy un ser de deseo.

En el reino de la astenia y sus panfletos,
en este el milenio de la saturación y los cuerpos bellísimos
encerrados en patéticos frasquitos de fobias,
sin tocarse,
yo soy un ser de deseo: bocas entreabiertas,
corazón-voluta.

En el mundo de los helados estanques
de unidades inconmensurables y aisladas del contacto
(cuerpos bellísimos agarrados a maderas,
miedosos de rozar un tobillo,
por si al final se enamoran),
es tan solemne-y-tierna-y-felizmente anuncio
una pulpa de deseo: no puedo salir de Shostakóvitch
y me alimento de trompetas y de amores de infancia
que me encuentro en el metro y de señores-frutas.

Soy un ser de deseo:

1. Sé lo que es una revuelta de hormigas rojas
africanas
por entre las piernas.

2. Sé lo que es llegar a morderse los labios.

3. Sé lo que es decirle, por ejemplo
“oh qué interesante”

mientras pienso
“oh Dios lo que te haría,
oh Dios oh Dios en cuanto te descuides
te planto un beso que te mueres de colores”;
y,
luego,
impondré mi disciplina —y una cierta dulzura—
en tu cuarto ex-templo-de-ver-castamente-películas;
y,
luego,
montaré una fiesta con los que un día fueron míos,
y os haréis buenos amigos, y volveremos todos
a un cierto París básicamente de cuellos.

Porque,
sobre todo,
soy un ser de deseo;
y si me muevo por el mundo
es para que engorde, que engorde, que engorde
a mis expensas.
Constantemente paso hambre.
Soy un ser de deseo, caminamos juntos
por mi diagonal de cosas:
algún prodigio, alguna ventana.

Y sólo cuando mi deseo
se ha convertido en una inmensa bola
o en un pichón o conejo obeso y planetario,
lleno de estrías por seguir creciendo
hasta llegar al límite abismal de su voluntad posible,

sólo entonces,
cuando su tamaño ya nos resulta plenamente asqueroso,
socialmente nocivo, sentimentalmente molesto,

lo mato
y me lo como.



Berta García Faet
Corazón tradicionalista – Poesía 2008 – 2011

La Bella Varsovia


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