domingo, 10 de abril de 2011

ESPEJOS DE LAS FUGACES DE JOUMANA HADDAD

Lugar de abril por Pablo Müller


En un verso dice Joumana Haddad que:

Sus ojos en los tuyos: dos espejos destrozados

Estar en el útero, dice Joumana Haddad. Una mujer puede percibir el útero en su doble magnitud: poseer el útero, habitar el útero. Un hombre solo lo habita y lo añora. Al hacer el amor lo persigue.

El canto de la mujer – sabia

(Como una caja de música, se abre el útero, y la voz del feto
aumenta in crescendo)
La vida no es suficiente
Para que yo diga: he vivido.
Para vivir en realidad
Habré de morir primero.
Sí, habré de morir un día
Para que mi vida se complete en mí.
¿Qué otra cosa es la vida
Sino una muerte partiéndose de risa en un espejo?
No echen al agua sus barcas, mujeres,
Ni vistan el blanco de las bodas:
No vengo al mundo para nacer
He venido apenas para morir.

Es cierto que la vida no se explica sin la muerte, ni la muerte llega a sitio alguno donde antes no hubiera vida. Joumana Haddad nos enfrenta a la crueldad de la vida que no se desea, a la vida pesada, maciza, sin barca para viajar, sin alegría, a la vida derrumbada por el peso del deseo huido.

El lápiz rojo que traza el poema por Pablo Müller


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El muerto desconoce el miedo dice el espejo

La muerte se lleva el miedo primero, el miedo es el último aliento del que se quita la vida.

… la muerte no es una partida, sino un retorno

Si hay partida hay viaje, por corto que sea. Si hay retorno hay viaje, por largo que sea.

Joumana Haddad comienza el recorrido de las poetas suicidas con Alfonsina Storni y dice de su muerte:

Una gota de lluvia cavando su tumba en el mar

Y a mí me dicen el viaje del avión y mi temor:

Día en blanco y negro
Tierra negra
Nieve blanca
Nubes blancas
Avión blanco
Jersey negro
Libro blanco y hoja blanca
Y letra negra

Y queda escrito en la página 41, en un diálogo imposible pero real.

Joumana Haddad  continúa con Karin Boye: Discurso de la enamorada, un elogio de la lentitud y de la obesidad. Lleno lento


Railes encerrados en abril de 2011 por Pablo Müller



Sigue con Ana Cristina Cesar, Tove Ditlevsen, Marina Tsvietáieva: Habrá una palabra para cada boca; Florbela Espanca: Por favor, vengan al auxilio de sí mismos y, en mi lugar, complétenlo en su mente; Amelia Rosselli y las hormigas de luz; Sylvia Plath: Aposté mi sangre, y ella dijo: ¿Cómo me permites bailar sola en las venas de los piratas?; Danielle Collobert, Ingeborg Bachmann, Reetika Vazirani: ¡Mira tus ojos cerrados! Un pájaro habita entre ellos; Nilgun Marmara.

Y en su parte tercera dice
Cada vez que la muerte acontece
Un creyente se doblega, un científico argumenta y un poeta se despierta

Vuelve a recorrer cada suicidio, cada poeta que deja la vida en un acto propio, con las tres interpretaciones: la religiosa, la científica y la poética. Abofetea la primera, prosaica la segunda, respetuosa la tercera. Al final en el Canto del Sepulturero dice:

¿Qué otra cosa es la muerte
Sino una vida que se ausenta del espejo?

Si en la primera parte era la risa de la muerte en el espejo, ahora, esa risa es ausencia. Joumana Haddad nos deja el espejo de versos.

Casa envallada en abril de 2011 por Pablo Müller

 
Joumana Haddad, Espejos de las fugaces

Traducción de Héctor F. Vizcarra

150 páginas, 15 euros (330 MX)

ISBN: 978-84-938087-3-0


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