SOBRE LOS PELIGROS DEL ÉTER ELECTRÓNICO:
PLEGARIA A CLÍO
1.
Relacionados
de manera tangencial con la grandeza
de la
melancolía, sabes que arde
nombrar
lo nuevo.
Este
sol de siglos es un agobio y cansa
como cualquier triunfo.
El
polvo seco y sucio sobre mis pestañas dice
que somos el pasado,
sus
beneficiarios y sus dudas.
Bienvenida
al circo
en el que los payasos cantan mal
y
asesinan, y a nadie le importa
en exceso,
pues todos
contemplamos
fascinados,
desde
nuestros portátiles
pantallas planas,
el
sudor que vuelve una mescolanza
este maquillaje
de kintsugi:
Mercurio perfumado, oro,
por su alcance,
estólido y, a la vez,
bruñido.
2.
Quiero
encontrar mi verdadero ser, por eso hoy
me invento un disfraz:
soy la
exploradora que asesina dragones
en su
nave espacial, el ninja gordo buscando
una fuente mística
en las
calles de Moscú, la mariposa azul
que
descansa y bebe azúcar en la nube
de algodón, esa nínfula
escribiente
de
cartas y bitácoras, que lee mal, pero aún se enciende
con la
imagen intervenida, casi cómica,
de cierto inédito cazador
cazado
por un ciervo herido:
Qué
tierra es ésta,
tan
libre y precaria, inmediata,
confusa y letal.
3.
Ahora
que el Ojo de Dios mora en las alturas de alguna torre
de Silicon Valley, los gestos
comprimidos
y sin
número concebible de cinco continentes
son
remitidos cada milésima de segundo
a través de nudos que no son más
de los
que dan forma a un puño o un puñal.
Los
vándalos han vuelto a incendiar las bibliotecas
y son
tatuajes de odio sus lemas: apenas pueden
comprenderlos
y los
repiten, se llenan la boca de fuego y escupen,
mancillan
el folio otrora primorosamente concebido,
redactado e impreso.
Entre
el humo y los escombros
de lo
que pudo ser un diálogo con cierta altura, buscarán
algún retrato
y lo
expondrán ansiosos al universo azul
de la
nube eléctrica, empachados y felices,
recalcitrantes, vanos,
efímeros
y poderosos.
4.
Abriendo
un nuevo frente en las Guerras del Petróleo,
necios e imprudentes reconfiguran
a pedazos
el
Olimpo:
Los
antiguos dioses, ahora obscenos,
son refundidos
para
utilizar el metal.
Leer no
produce apenas beneficio monetario,
escribir sí; artilugios portátiles
unifican
la infantilización
y la industria militar.
La
saturación de imágenes
―iconodulia: el águila calva
muestra así sus garras―
expulsa
a los bárbaros que ellos mismos crearon
de Oriente Medio
al
polígono industrial.
El
templo de Delfos palidece
mudo y arruinado.
5.
Pero
está lejos de mi intención pecar
por fingirme algo
misterioso,
iridiscente o acaso casi
ameno.
En el
mundo de los verbos y los confines
de la actualidad
―la embozada indiscreción
y el sinsentido―,
tienen
poca importancia, finalmente,
las fluctuantes perversiones.
Se
imponen voces engoladas siempre
dispuestas
a agradar y complacer
a la
platea respetable, ahora conmovida,
luego indignada.
Quiero
que dejes de atenderme en la pantalla
del teléfono móvil.
Miénteme,
como hicieron
en fábricas y escuelas.
Hazme
creer que una clase nueva
de
individuo recuperará pronto la
plenitud.
Martín
Rodríguez-Gaona
Wunderkammer
―Las musas y otras mutaciones―
Huerga
y Fierro Editores
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