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jueves, 12 de noviembre de 2020

DOMÉSTICA VIOLENCIA UN POEMA DE VIKINGA DE ISABEL PÉREZ MONTALBÁN

 

 

 

 

DOMÉSTICA VIOLENCIA

 

 

 

Interpreta mi piel paleográfica

y el manso resplandor de virgen fluorescente

que acataba las reglas del peligro en la noche,

cuando las manos pulpo reptaban por el sueño

de un pecho sin custodia, por mi cuerpo piragua:

nueve años, crucifijo de colegio, año nueve,

montón de epifanía y más boscaje,

escamas de niñez y purulencia.

 

Amor, piensa de qué candela vengo huyendo,

cuando esas manos lepra roturaban

mi carne de barbecho para feraz cultivo,

como lombriz gigante, como abisal escualo,

como pirata en aguas del Caribe,

su garfio dibujando el miedo en jeroglífico.

 

Por si esto era el susto, lo más callado grita:

la vagina criatura se contrae retráctil

y los senos se abstraen del asunto,

tararean canciones pop y un mantra:

no está pasando, escuela, mi futuro;

los labios en repliegue emigran, mudos tiemblan;

y el corazón se anida, hiberna, empequeñece.

 

Y así estatua yacente, los ojos muy cerrados,

mi cuerpo abierto al pairo, guarida de las fauces,

mi silencio estallido del silencio;

mi secreto bengala chispeando negrura,

mía entonces ternura de aprendiz basilisco.

 

Niña que no sabía de los climas,

pero ardía de fiebre, glaciar del Cuaternario,

porque infierno es sentir cómo quema el deshielo

del gran gusano entre las piernas

en punto de rocío, su humedad relativa

y la presión más alta que soporta la sangre

cuando la preña el fango y el relente.

 

Niña clamaba libros y no sexo.

Niña soñaba playas y piscinas,

y no miedo y no frío ya engarzándose

desde las células a la epidermis.

Niña amando al verdugo sin remedio.

 

Niña que odiaba al monstruo de la ciénaga,

al animal caín que embrida su caballo

y ya no es un albergue familiar que la salva

ni ese amigo que alienta travesuras.

Niña yo y furia. Yo niña, eso es todo.

 

Porque era de la casa: mi pan de mesa puesta,

confianza de familia, verano en compañía,

cuando nunca me olvido en el cuento del ogro.

 

Cuando siempre me acuerdo, la madrugada mártir

se resigna al destino de amanecer muy tarde.

Pero si esto es la luz, la oscuridad se instala.

 

La casa, nunca hogar: palacio estercolero,

reserva natural de esos parientes jíbaros

que reducen la infancia a corazón bonsái.

 

 

 

Isabel Pérez Montalbán

Vikinga

 

Visor


martes, 21 de abril de 2020

QUEMADO POR EL SOL UN POEMA DE ISABEL PÉREZ MONTALBÁN




QUEMADO POR EL SOL



Había un libro oculto en la trastienda,
forrado con cubiertas falsas de color rojo.
Estaba en un armario en el que se guardaban
cosas de algunos familiares muertos:
una blusa bordada, un vestido de novia,
un costurero azul de seda,
el retrato de un joven comunista,
con traje de soldado, la chaqueta
con la mancha indeleble de su sangre.
Cosas vivas de muertos. Y aquel libro.

Me gustaban sus fotos de paisajes con nieve
la blancura inquietante de la nieve—
y todas las palabras extrañas y bellísimas
que leía en sus páginas: el zarismo, la tundra,
la conquista soviética y la revolución.

Pero al llegar la ruina a la familia,
se vendió todo el lote: la casa y sus espectros,
el patio y los baúles del ajuar.
Y aquel libro. Así fueron las palabras
enviadas al destierro siberiano.

Palabras sepultadas por la nieve
mucho antes de probarlas y saber
que el tacto de la nieve también quema.



Isabel Pérez Montalbán
El frío proletario
Antología 1992-2018

Visor


lunes, 3 de septiembre de 2018

UN POEMA DE QUÉ SERÁ SER TÚ ANTOLOGÍA DE POESÍA POR LA IGUALDAD




Los campos estériles

No es justo que amor no se nombre
Sor Juana Inés de la Cruz


Mírame. Soy lo mismo que una sierva
que acata a su señor sin levantar los ojos.
Porque el miedo al castigo
tira más fuerte que la libertad,
sube más alto el hambre que la sed de justicia,
pesa más el deseo y menos la razón.

Dicen que no se puede vivir sin esta cosa
que va matándome, sin esta duda
que trabaja en los campos estériles del amos
por apenas la cama y las migajas.
No se puede vivir sin un salario,
sin este marcapasos de subsidio.
Pero yo voy viviendo sin misterio ni fechas.
Con besos miserables, con baños de agua fuerte,
con almuerzo de virus, con sales y bacterias,
con lujo de caricias, con hambre a veces. Y odio.
Y con más odio que hambre voy callando.
Como una sierva, como un niño
tirado a la basura o como párvula
sin plumier ni pupitre. O como joven
somalí moribundo, así mi vida.
Así mi vida, sigo en esta búsqueda
de tu huella perdida en la borrasca.
Y tú corres, te marchas a propósito,
Viertes sobre mi cara la lejía del tiempo,
inventas la gramática del tacto,
derramas esa cosa imprescindible,
esa cosa son nombre que fermenta
en la voz como un desperdicio.
Me miras como si fuera un billete
que te da el carnicero con sus dedos de sangrs,
ese papel que coges porque no,
los residuos de víscera no le restan valor.
De mi haces serpentinas y confeti
mientras escarbo en esto que no es justo
que se nombre aunque todos lo pronuncian.
Y te llamo y te busco y frente a ti
me arrodillo con lágrimas impropias de mi clase.
Igual que los esclavos.

(De Un cadáver lleno de mundo)

Isabel Pérez Montalbán

Qué será ser tú
Antología de poesía por la igualdad
Ana Pérez Cañamares
María Ángeles Maeso
(antólogas)

Editorial Universidad de Sevilla


lunes, 20 de agosto de 2018

PERROS EN LAS CÁRCELES DE IRAK UN POEMA DE ISABEL PÉREZ MONTALBÁN




PERROS EN LAS CÁRCELES DE IRAK


Como actores del Método en el Actor's Estudio
que interpretan sin tacha su papel principal;
dóciles a la luz, al decorado,
al director de vídeo, al doblaje.
Parece una función, una mentira
que ladra pero es broma o fiel ensayo
de tesis y vanguardia sobre cuerpos desnudos.

Pero no. Los colmillos relucen verdaderos.
Las órdenes de acción las gritan otros
el imperio del dólar derrocha en uniformes,
pero el animal cumple su trabajo.
Entrenado en la sangre y en el odio,
finge el rol de verdugo y da miedo de veras.

Tal vez soñaron recoger un Oscar
y se han quedado en esto: secundarios
de tercera y películas de doble estercolero.
Iguales que los perros de los nazis.
Como fieras muy tristes que se saben marcadas.


Isabel Pérez Montalbán

puta, reputa
(piensa, reflexiona)

Isabel Pérez Montalbán
María Eloy-García

Ediciones Imperdonables
Francisco Cumpián
Maestro Impresor



sábado, 23 de agosto de 2014

PIEL Y FIEBRE


Pollos, 7 de agosto de 2014 por Pablo Müller

«Todo amor se halla latente en otro amor. Y así
me amabas (…)»
Isabel Pérez Montalbán

Mi piel es un cuaderno donde me escriben las omisiones y el ruido atroz de las pérdidas, Ay! de los ingenieros que se ganan el salario entre las máquinas y las basuras, donde la fiebre inicia el diálogo con el sentido.

No hay mañana sin mí, o bien, mañana llegará para otro sin mí: en ese otro está escondido el amor con el que me mirabas, dormitorio ajeno, sin ti, fiebre sólo en la casa, delirio, fiebre en la ciudad extranjera, latente.



domingo, 15 de abril de 2012

MEMORIAS DE LOS OLVIDOS



Acta de defunción de 1912 de Pascual Pineda López por Pablo Müller

«Familia significa las voces de un pastor
que agrupa a su rebaño.»
Isabel Pérez Montalbán


“En la Villa de Castromocho a las nueve horas del día catorce de Noviembre de mil novecientos doce;”

En los pueblos de Castilla madruga el frío y la niebla despierta los olvidos,

“ante D. Francisco Velasco del Corral; Juez municipal, y D. Antonino Rivas Gutiérrez, Secretario, compareció D. Antonino Lesmes Fernández“

Trae el padecimiento vivo, un aullido que rasga las nieblas de la familia, de la noche velada para el olvido,

“con su cédula personal número trescientos ochenta, natural de Castromocho mayor de edad; estado civil casado; alguacil del Ayuntamiento domiciliado en esta Villa,”

El número del dolor, el origen de la muerte, el estado de los deudos, la profesión de la pena, el domicilio de las lluvias y las sequías,

“manifestado en calidad de encargado, que D. Pascual Pineda López, natural de Castromocho, edad de 22 años; jornalero y domiciliado en esta villa, calle Mayor núm. 15, falleció a las diez y seis horas del día trece del corriente mes”

De noviembre del corriente año de mil novecientos doce… en calidad de pariente viejo, que el hijo mayor de mi cuñado Francisco, el hermano pequeño de mi mujer Valentina, que ha muerto mozo,

“en su domicilio a consecuencia de una “endocarditis reumática” según certificación facultativa que presenta para obtener la correspondiente licencia de enterramiento.”

Le tocó un corazón cansado,

“En vista de esta manifestación y de dicha certificación facultativa, que queda archivada, el señor juez municipal dispuso que se extendiese la presente acta, consignándose en ella, además de lo expuesto por el declarante y en virtud de las noticias que se han podido adquirir, las circunstancias siguientes: Que el referido finad(sic) estaba soltero en el acto del fallecimiento”

Y unas rayas negras que semejan caballitos de mar y dejan los papeles tristes…

“Que era hijo legítimo de D. Francisco Pineda, natural de Castromocho, edad 47 años, ocupación, jornalero, domiciliado en dicha villa, calle, número y de Dª Manuela López Ygelmo natural de ídem… Que según noticia no otorgó testamento”

Y su linaje tiene el desorden de los vínculos,
el aire agotado de la hora última,
con la memoria de los trigos y de la hojarasca,
apacible el silencio de los libros de registro,

“y que a su cadáver se habrá de dar sepultura en el cementerio de esta Villa”

Acta de defunción de 1912 de Pascual Pineda López por Pablo Müller

Pascual Pineda López, nació el 29 de marzo de 1889 en Castromocho, Palencia, y falleció el 13 de noviembre de 1912 en la misma villa. Era el hermano mayor de Gertrudis Pineda López. No dejó descendencia. Su recuerdo se rescata de los libros de registro para colocarle de nuevo en la memoria de los suyos.