Mostrando entradas con la etiqueta H. Magnus Enzensberger. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta H. Magnus Enzensberger. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de agosto de 2015

PANTALLAS DE URGENCIA


Mirando hacia el mar por Pablo Müller


«…lejos
de cambiar la faz del mundo, en escena
seguimos sacándonos conejos del cerebro,
y palomas blancas, bandadas de palomas
que invariablemente se cagan en los libros.»
H. Magnus Enzensberger


Arriba la pantalla dice
que la princesa del pueblo manda
sobre los celadores diligentes
que llenan las sillas de ruedas bonitas,
con viejos olvidadizos
— bicicleta la llama la más anciana
y deja billetes de diez de propina
en los bolsillos que alcanza a mano —

La pantalla dice que tal vez
salga de la cárcel para reunir
corajes y playas, la fianza,
— cómo sino lo puede hacer — 

esperan las mujeres de pelo blanco
y los ojos ya pequeños
una ventana al pájaro de la tarde,
acercan el rostro de cristal
a la distancia de la escucha
y médicos nerviosos pasean
con los papeles de fuegos y retrasos,
mientras las enfermeras abren
las puertas con las sonrisas,

— desde la no memoria ellos
cuentan los pasillos que faltan
a la noche y después repiten el último
número hasta confundirlo
con los hijos vivos —

Arriba la pantalla muda obliga
imágenes de un antiguo procer
olvidado el legado oculta la cara a la cámara
de las comadrejas
y nadie tiene música cerca
para encender el cigarro.

En la urgencia la pantalla
dicta todas las memorias necesarias,
ahora ya pueden sonreír.


lunes, 22 de junio de 2015

"que lo más nuestro - la emoción y el lenguaje - es una herencia"


Altube, en marzo de 2015 por Pablo Müller


«Restauro mis imágenes, yo soy mi propio falsificador»
H. Magnus Enzensberger


La niebla atraviesa ahora aquella mañana,
como si diera la mano al puente sobre el río sangre,
es un final de invierno, son las callejuelas al otro lado
de la guerra, tejas, sucio minarete desmochado

“que lo más nuestro — la emoción y el lenguaje —
es una herencia”,

junto al último fuego hay quien bendice
la maldad antes de cumplir los treinta
y a la niebla se le abren las puertas de la panadería,
salen a su aroma los cigarrillos de los combatientes,
en las manos grandes el calor de la hogaza se hace de trozos
que reparte a todas las mañanas.

Miro el pan en mi mano
y la niebla que lo rodea.