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sábado, 28 de septiembre de 2024

TRES POEMAS DE ANGÉLICA TANARRO EN LO QUE (NO) SÉ DE LAS PALABRAS

 






«Sólo el ángel de la guarda»

dice la mujer que duerme sola.


La ve marcharse

manos firmes, frágiles pies sobre los adoquines.

Y piensa: es breve la distancia entre la duda

y la resignación.

Corto el tiempo entre el deseo

y la huida.


No así ella.

La que cuida cada paso de regreso

al refugio.

Donde habitadas sombras, ruidosas

cañerías, espejos arrumbados

y el lujo insospechado

de un balcón con vistas.



―――――――――――



Un día te detienes

y escuchas esa voz.

Eso era todo.


Descargas el corazón sobre la mesa

y hacer un nudo con tus manos.


De ahora en adelante

imaginas

un nido de luz

en un pozo de sombras.


Un niño burlándose de ti

desde una foto antigua.


Ángeles sin nombre

invitados a la mesa del domingo.



―――――――――――



De la niebla recuerdo

su misterioso abrazo

el miedo a no reconocerme

a amanecer desnuda


sin idioma.




Angélica Tanarro

Lo que (no) sé de las palabras


Poesía Cálamo


sábado, 29 de junio de 2024

SIETE POEMAS DE JULIA OTXOA EN EL INSTANTE Y SU SOMBRA

 






La insistencia de mi sed convierte al grifo de la cocina

en un ángel de agua, iluminado ante mí como

ofrenda de un milagro. Cabría arrodillarse y llorar

mi agradecimiento, mis lágrimas sobre la tierra como

pequeño manantial enamorado.



............................................



La dispersada piedra que dio paso a la arena,

fue antes corazón de bosque, río y golondrina.



............................................



Tu sombra es la de un ángel,

pero todos tus espejos te devuelven

la forma de un harapo.



............................................



Recolectar palabras olvidadas y hacer con ellas

pan de memoria y trigo.



............................................



Orgulloso de saber muchos idiomas, ignoraba el más cercano,

el de los árboles y los pájaros



............................................



El pequeño bosque regresó del invierno

iluminado de manzanas,

y su alegría irrumpió

de pronto en nuestras casas,

derritiendo la nieve acumulada

sobre los recuerdos.

Salimos al día

vestidos de memoria,

hermosos como árboles

bendecidos de pájaros.



............................................



Para sentir el vuelo de los pájaros como propio,

es preciso haber sido derribado muchas veces.




Julia Otxoa

El instante y su sombra


Cálamo Poesía

viernes, 3 de septiembre de 2021

MI EXPEDICIÓN IMPOSIBLE UN POEMA DE FILOSOFÍA DE LA CUCHARA DE MIGUEL MARTÍNEZ

 

 

 

 

Mi expedición imposible

 

 

 

De niño yo quería ser Marco Polo

Cristóbal Colón y Magallanes juntos

me imaginaba James Cook y Roal Amundsen

y hasta el Doctor Livingstone supongo.

 

Perderme entre las olas de seda de la China milenaria

gritar tierra a la vista

plantar la suela de mi zapatilla

en la nieve virgen de la Antártida

poner nombre a ríos que aún no existen

descubrir en un recodo de la selva unas cataratas grandiosas

y llamarlas las cataratas de Miguel Martínez

subir a las montañas bajar a los volcanes

y todas esas cosas que exploran los exploradores.

 

Pero si me daban a elegir una sola expedición

la que yo verdaderamente imaginaba

era una expedición imposible

un viaje al interior del cuerpo de mi madre.

 

Me convertía en un explorador microscópico

y descendía por la garganta de mi madre haciendo rapel

en el estómago mientras una tribu de ácidos caníbales

pretendía devorarme

yo conseguía escapar a lomos de una bacteria.

 

Ya en el torrente sanguíneo de mi madre

junto a miles de glóbulos rojos

navegaba rápido de vena en vena y de arteria en arteria

con una de esas canoas llenas de átomos de oxígeno

hasta que llegaba al pulmón izquierdo

y allí bajo un cielo de bronquios y alveolos

soportando tornados y tormentas

pasaba sed y hambre, pero seguía buscando

y nunca dejaba de caminar

hasta que por fin un día luminoso lo encontraba

y conseguía destruirlo:

 

Aquel azul, recién nacido, estúpido y absurdo

tumor.

 

 

 

Miguel Martínez

Filosofía de la cuchara

 

Ediciones Cálamo


lunes, 24 de mayo de 2021

UN POEMA PARA ADRIANO DE ALUMBRAMIENTO DE ELISA MARTÍN ORTEGA

 

 

 

 

(Un poema para Adriano)

 

 

 

Los pájaros.

 

Las flores del almendro.

 

Me sorprende cómo he pasado el día

sin mirar a través de las ventanas,

sin alzar los ojos al cielo.

Ojos perdidos entre páginas

que no puede arrastrar el viento.

 

En mi pequeño puñado de polvo

me preocupa todo de ti;

y cada sonrisa tuya es un leve

alivio que me llena el pecho.

 

La levedad.

Mi pecho que tan a menudo oprime,

que duele grave,

que el aire no atraviesa.

 

Pero hoy mis ojos solos se han parado

en el jardín

y de mis dedos crecen flores.

Cantan los pájaros

desde mis dedos.

Ya poco importa mi pecho oprimido.

 

Porque estás tú, que naciste casi en primavera.

Y no sabía yo que las flores del almendro

adornarían así mi cuerpo, que fue tuyo.

 

Me has regalado una piel nueva.

Y ahora, cuando yo te rozo,

sé que mi corazón late en la piel,

que el pecho duele, lastimado

porque no alcanza sus minúsculos

latidos.

 

 

 

Elisa Martín Ortega

Alumbramiento

 

Poesía Cálamo


domingo, 10 de julio de 2016

LOS LÍQUIDOS ÍNTIMOS DE OLGA NOVO





 

Los líquidos íntimos

 

Con mi piel puedes hacer injertos en los manzanos.

Algunos conservan estirados los nombres que grabé a navajazos

todas las tardes al volver de la escuela.

Acostumbrada a tirar por un poema como por un ternero

cuando se le ven las patas

cuando ya no está en edad de crecer

toda maduración requiere un desgarro de tendones

entonces es cuando corren por mi pecho rebaños de cabras

que no se dirigen a ninguna parte

me suben a las paredes desde las que te veo

arrancan con la lengua el pasto mientras te vas.

El tacto de tus violines me hace llorar terriblemente

y casi no puedo soportar que tus manos me acaricien

como la lana de los jerseys que me hacía mi madre cuando era niña.

Pero con mi piel

con mi piel se pueden hacer injertos en los manzanos.

 

 

29 de enero del 2002.

 

Querida mamá: estoy aprendiendo a ladrar.

 

une saison en enfer. repite conmigo Une-Saison-En-Enfer.

mis treinta generaciones analfabetas Yo estoy aprendiendo a ladrar.

marcar un nunca territorio con la epiglotis

como un can como una perra cualquiera

emperrarme hasta volver en mí en can entonces pronuncio

Walt Walt

Walt Whitman mamá.

 

estoy aprendiendo a ladrar.

me pongo de culo al sol me agarro a una azada

e intento imitar el canto del cuco del cuco de culo al sol entonces

mi garganta se exprime de dolor

y aúllan como nunca los futuros posibles que nos abomban las venas

como un cazo de leche vertiéndose en el fuego.

 

los ojos de mi amor llevan dentro

el tintineo de los cencerros unocontraotro unocontraotro

de la novena sinfonía de Gustav Mahler

mamá.

 

y yo te miro a los ojos a los ojitos estás tan cansada

pero yo no y aquí

es el momento de la furia can

escucho con atención la campana de cris

tal de tus sueños incumplidos

como una escultura delicada de Brancusi

de Cons tan tín Brancusi.

 

una vez y otra vez el corazón tan grande

como una seta enorme el otoño eres tú auh auh auh loba

aquí me tienes bailando gritando saltando

una maestra gutural un volcancito gutural

como Virginia Woolf como Virginia Woolf como Virginia Woolf.

 

te miro las manos podría lamerte las cicatrices de las manos

hasta que dieran luz

y curarte las hernias discales con un solo verso alejandrino

con una sílaba de centeno crudo con un oh-là-là y después
después

contar una por una tus canas enraizadas en las edades del mundo

tu lengua plantígrada mamá

podría incluso reestructurarte la osamenta

con el implante de una canción anarquista.

 

a veces siento el dolor sedimentándose

lámina

por

lámina

como la pizarra:

es un esguince emocional clavado en la nuca

y para ladrar así a veces es preciso llorar yodo

sajarme las rodillas con una guadaña hasta ver el sol tan cerca

a tres centímetros del iris

mamá

yo tenía que mamar de tu médula

asombrar al mundo cuando te baja la compasión a las caries

y a los pechos

caídos

de cansancio.

 

para poder ladrar yo tendría que roer durante años

tu alergia al polen a los vilanos de los chopos

tu anemia circulando en sentido inverso por la sangre

tendría que ir contigo a enterrar a tu hermano de veintisiete años y

apretar la mandíbula para no partirme la lengua

con su tuberculosis                                              mamaíta.

 

sé muy bien que para poder ladrar

tendría que ir contigo a mi infancia

y verme a punto de morir deshidratada

y rogarle a la virgen en la que no crees

que me devolviese a la vida de tres meses y medio

y soldarme en tu regazo para siempre

como una pieza de hierro de tu vientre.

no pienses que no sé que para poder ladrar

tendría que ir contigo a las últimas horas

de la abuela Carmen agarrada a las cuatro puntas de su pañuelo

y a tu bazo.

 

yo sé muy bien sé todo

que para aprender este ladrido

al fin hicieron falta

mil mujeres lavando sin cesar en el río de Saá

y mil arando y dos mil cosiendo y cinco mil

recogiendo leños y raíces en mitad del monte y Tú

sobre todo tú plantando pinos en una sierra inmensa

desaprendiendo cuanto eres

agujereando tus dudas.

 

Querida mamá: estoy aprendiendo a ladrar.

 

alguien me ve abriéndome la mandíbula hasta hendirla y digo ya

ya ladro ouh como el perro no no

como Camille Claudel como Camille Claudel como Camille Claudel

como Camille mamá en el mármol

como Camille

como Walt Whitman Walter Benjamin voy mamá

voy hacia ti

voy yo voy

alta

alta

auh...
 
 
 
 
Olga Novo - Los líquidos íntimos - Poesía Cálamo