sábado, 18 de mayo de 2024

UN FRAGMENTO DE UN DETALLE MENOR DE ADANÍA SHIBLI

 






Se quedó adormilado un tiempo. Abrió los ojos y volvió a mirar en dirección al campamento, que quedaba a su derecha; tendió la mano izquierda hacia la hinchazón del muslo y se la palpó a través del pantalón. Se levantó y echó a andar hacia el sol, alejándose del destacamento. El sol estaba ya muy cerca de la línea del horizonte.

Siguió caminando hacia el oeste hasta que los ruidos procedentes de las tiendas fueron amortiguándose y haciéndose inaudibles. Cuando dejaron de percibirse por completo, se dejó caer en una de las dunas; jadeaba y tenía la garganta llena de saliva. Tomó varias bocanadas profundas de aire, con la vista puesta en la superficie del desierto que se extendía hacia el oeste; evitaba así mirar directamente al disco del sol. Seguía haciendo mucho calor, y eso que casi eran las seis de la tarde.

Poco después se ocultó el sol detrás de las colinas, y sopló una brisa que alivió en alguna medida la pesadez del aire, al tiempo que una estrella comenzaba a titilar por la línea oriental del horizonte. Se puso en pie con esfuerzo y dio media vuelta en dirección al campamento, precedido por aquel astro vespertino. Luego comenzaron a propagarse por el aire los ladridos y aullidos del perro, que se iban haciendo más perceptibles a medida que él avanzaba y la oscuridad del anochecer se extendía por el cielo, apagando el azul. Comenzaba la noche del 12 de agosto de 1949.




Adanía Shibli

Un detalle menor


Traducción de Salvador Peña Martín


Hoja de Lata Editorial


viernes, 17 de mayo de 2024

TEMPESTADE / TEMPESTAD UN POEMA DE MONTSERRAT VILLAR GONZÁLEZ EN LOS ABRAZOS DEL MAR

 





TEMPESTADE


Tras a tempestade,

as redes esténdese

como mortallas nun porto

cuxo son lembra o ouveo

dos lobos ante a tormenta.


A dor incalculable

só se pode comparar

ao volume dun océano enxordecedor

que nos fai vulnerables

a pesar do casco reforzado

dos nosos barcos.


As bágoas

escorregan polas rachas

para unirse ao sal desa marea

que devolveu cadáveres,

corpos entumecidos

e mans sen futuro

que levar á boca.


Todo queda no mar

e no mar os bosques permanecen.


Nas praias, os abrazos dos que finalmente morreron.


Todo se converte en algas,

alimento de novos soños

que se achegan á praia todas as mañas

e nos lembran que os nosos corpos non son eternos.



―――――――――――



TEMPESTAD


Tras la tempestad,

las redes se extienden

como mortajas en un puerto

cuyo sonido recuerda al aullido

de los lobos ante la tormenta.


El dolor incalculable

sólo se puede comparar

al volumen de un océano ensordecedor

que nos hace vulnerables

a pesar del casco reforzado

de nuestros barcos.


Las lágrimas

resbalan por las rocas

para unirse a la sal de esa manera

que devolvió cadáveres,

cuerpos entumecidos

y manos sin futuro

que llevarse a la boca.


Todo queda en el mar

y en el mar los bosques permanecen.


En las playas, los abrazos de los que finalmente murieron.


Todo se convierte en algas,

alimento de nuevos sueños

que se acercan a la playa todas las mañanas

y nos recuerdan que nuestros cuerpos no son eternos.




Montserrat Villar González

Los abrazos del mar / Os abrazos do mar


Prólogo de José León Acosta


Lastura


jueves, 16 de mayo de 2024

UN FRAGMENTO DE LA GUERRA Y EL MUNDO DE VLADIMIR MAYAKOVSKI

 






LA GUERRA Y EL MUNDO 

(FRAGMENTO)



«Gentes,

el pensamiento

tallado por los siglos,

trajo Alemania.»


«Toda

llena de oro hasta las entrañas

India

os trajo regalos.»


«Glorificado seas, hombre,

por los siglos de los siglos vive y glorifícate.»


A todo

ser viviente

gloria,

gloria,

gloria.»


¡Te quedas pasmado!

Y en esto aparezco yo.

Paso con cuidado,

enorme,

torpe.

¡Qué gallardo voy,

con la más brillante

de mis almas incontables!


Paso al lado de los que felicitan,

al lado de los que festejan,

condenado,

no palpites así:

ella viene

al encuentro.


«¡Hola, mi amor!»


Acaricio cada pelo,

rizoso,

dorado.

¿Qué vientos

de que sur

hicieron ese milagro con un corazón enterrado?

Florecen tus ojos,

dos prados.

Retozo en ellos,

niño juguetón.


Alrededor,

reír.


Banderas.

Cien colores.

Pasan.

Encabritados.

Miles.

A través.

Corriendo.

En cada joven pólvora de Marinetti,

en cada anciano sabiduría de Hugo.


A una sonrisa de cien rostros le faltaría labios.

Todos

de casa

a la calle

salid.

Como pelotas de plata

de una capital a otra

lancemos la alegría,

la risa,

el son.


Y no sabes

si es aire,

es flor

o es pájaro.

Canta,

huele

y es variopinto a la vez,

pero esto

enciende las caras como hogueras

y la razón se emborracha como con vino dulce.


No sólo la gente

iluminó

la alegría en las caras:

las fieras currutacas rizaron su toisón,

ayer irritadas,

matando,

aullando,

tumbáronse a los pies.


No se concibe

que navegaron

vomitando muerte:

en las bodegas,

que ya olvidaron la pólvora,

los acorazados

traen a bahías serenas

montones brillantes de baratijas.


¿Quién teme a

las pandillas de cañones?,

¿éstos,

dóciles,

dispararon?

Ellos

ante la casa

en el prado

pacen en paz.


Miren,

no es broma,

no es risa mordaz:

en pleno día

sosegados

en pareja

los reyes pendencieros

pasean vigilados por los hayos.


¡Tierra!,

¿de dónde nos llegó tanto amor?

Imagínate:

allí,

al pie de un árbol,

han visto

a Caín

jugando al ajedrez con Jesús.


¿No lo ves?

¿Entornas los ojos, buscas?

Los ojos son dos ranuras.

Ábrelos.

Mira,

mis ojos

son puertas de un templo abiertas a todos.


¡Gentes!

Queridos,

aborrecidos,

conocidos,

desconocidos,

desfilad en tropel por estas puertas.

Él,

libre,

del cual grito, el hombre, vendrá, creedme, creed.


(1915 - 1916)




Vladimir Mayakovski

Poemas 1913 – 1916


Traducción de José Fernández Sánchez


Prólogo de León Trotsky


Visor


miércoles, 15 de mayo de 2024

DOS POEMAS DE ITZIAR EIZAGIRRE IRURETA EN LABRYS

 






Espasmo




Soy un espasmo del tiempo

océano sin orillas

el aullido contenido de un bestia herida

el sueño malogrado de un ángel ebrio




Verdugo




El más cruel de los verdugos sabrá colocar la daga

en el sitio preciso

de imposible extracción

para que no puedas vivir

pero tampoco morir.




Itziar Eizagirre Irureta

Labrys


Huerga y Fierro Editores


martes, 14 de mayo de 2024

TOLEDO - MADRID - CÓRDOBA UN POEMA DE MIGUEL CASADO EN DESEO DE REALIDAD POESÍA REUNIDA

 





TOLEDO – MADRID – CÓRDOBA


a Roberto Bolaño


TOMO el primer café de la mañana

en la estación de autobuses, mirando

por los cristales del bar; la niebla

va cubriendo la masa del Alcázar,

mientras en la otra orilla del río

la Academia conserva sus contornos

apenas manchados por la luz.

Desde ahí transmitía ayer una emisora

la noche de la Inmaculada,

cuando hacían su puesta de largo

las doncellas: uniformes militares

de gala, vienesas gasas, arañas

pendientes alcanzaba cincuenta años

el baile de Infantería.

Se confunden las fiestas de las vírgenes

con las laicas, y se sumaba la fecha

de la Constitución; vi entonces

imágenes grabadas en Vitoria:

los partidos turnistas y las autoridades

el obispo católico, el ejército

y la Guardia Civil, los jueces

lo celebraban juntos, caras serias,

casi ceñudas. Acababa de hablar

por teléfono con un amigo, de cuando

parecía que su avión estaba cayendo

en picado sobre América, y se abrazaban

él y Carolina y el niño, a oscuras,

entre los gritos: «sentí decía

la realidad, lo espesa que era, ahogaba».

Así iba pasando la noche, también

con niebla en torno a las torres rojas

y entre los cipreses del Taller del Moro.

La democracia tal vez consista

en eso: que ellos continúen haciendo

lo de siempre, mientras nosotros por tolerancia

ya no podamos criticarlo. Pero me doy

cuenta de que no es fácil

saber quiénes son ellos y menos aun nosotros;

desde hace horas estoy rodeado de gente

y no consigo ordenar los plurales.

En el metro, un padre y un hijo negros

me adelantan hablando en castellano;

la proporción de los colores cambia

debajo de la tierra. En la larga cola

de los aseos públicos, casi todos

son ancianos, vamos entrando de uno

en uno. O la mezcla abigarrada

de las palabras en el tren:

la masa de las banales, el corte

de lo asombroso, el abandono estridente

del auricular en un asiento. Atravesamos

un país vacío, saturado de discursos.

Los olivares van poniéndose más húmedos,

perdiéndose más en la niebla según se acercan

los montes; el reloj trae la duda

de si alcanzaremos el sol del sur

antes de que caiga la tarde. Las voces

me devolvían el recuerdo del teléfono:

habló mucho de su estancia en Venezuela,

de las contradicciones de Chávez, de la esperanza

y el pesimismo, «es muy joven», repetía

con extrañeza, y no dejaba de invocar un espacio

común, no solo para él y para mí,

un nosotros que había salido perdiendo

siempre, que volvería a hacerlo tal vez,

pero cuyo uso era posible. Sin embargo,

me confesó que su novela dialogada

por fin se había convertido en un monólogo,

solo de algún él podemos decir yo.

Túnel a túnel, con la presión de los oídos,

van cambiando los árboles: en encinas

los olivos, en pinos las encinas, espectrales

todo entre continuas charcas. Cuando llegaron

caía una llovizna y de aquí proceden

los nombre Caminando-en-bruma,

Viene-en-bruma, Llovizna... Calmar a un niño,

transformar el llanto en cháchara

hasta que la boca vuelva a hacerse llanto,

el padre le sujeta por la cintura.

En las afueras de Córdoba tampoco

hay sol, el viaje languidece

como si en torno hubieran hecho el vacío.

Y ahora leo en Norman O. Brown:

La democracia no tiene monumentos.

No acuña medallas. No lleva la cabeza

de ningún hombre en las monedas.

Es iconoclasta. El sueño

es colectivo, aunque ni siquiera sea posible

conocer a quien sueña. Se detiene el tren,

va a adaptarse al ancho de vía.

Ya contaré el resto del viaje.




Miguel Casado

Deseo de realidad

Poesía reunida


Tusquets


lunes, 13 de mayo de 2024

LA CASA UN POEMA DE TULIA GUISADO EN CANÍBAL

 




El gato inmóvil a los pies del árbol,

la adolescente enferma, el amante, el amigo,

los hermanos, los pasillos, las esperas,

los pinchazos, cada una de mis venas inflamadas,

el sonido del panel del hospital, esa alarma,

mi rostro confundido y el tuyo, tan blanco entre la nieve,




LA CASA



Todo este ruido que levanto

el televisor, la radio, la memoria

no es sino una estrategia

que permite esconder

tras la barbarie el equilibrio.


Todo este ruido que levanto

es el único donde protejo

el silencio que me habita.

Construyo a mi alrededor

la gran tapia donde oculto

este frágil equilibrio

este centro herido

de la llaga curándose despacio.


Calibro a mi alrededor

el volumen de la prisa,

el valor de vuestros pasos.

Yo toco la pared dentro de mi casa

y siento casi al tacto la memoria.


Todo este ruido

el estallido de la risa

el estruendo de la bomba

la ráfaga de viento y los disparos

todo es mío.


Las voces los gritos

la estantería que cayó y mató algo

el lavavajillas y el grifo abierto

el grito tras uno y otro portazo

qué crees que esconde

sino el silencio de mi casa.


La música tan alta

el ruido los tambores

las copas que se rompen

son solo una amenaza

para aquel que todas las mañanas

espera tras la puerta a que me vaya.

Todo ese ruido, tras de mí, ha de seguir.

No quiero, bajo ningún concepto,

que sepa

cuándo dejo sola la casa.




Tulia Guisado

Caníbal

Ya lo dijo Casimiro Parker


martes, 7 de mayo de 2024

MAN IN THE RAIN UN FRAGMENTO DE EL HOMBRE BAJO LA LLUVIA DE JOSÉ BLANCO

 




MAN IN THE RAIN


How it feel when there's time to remember?

Branches bare, like the trees in November.

Mike Oldfield


Hemingway escribió en sus memorias que París era una fiesta móvil. Hubo un tiempo en que también el Desierto era un páramo itinerante, viajaba dentro de mí, se expandía como una mancha de aceite en todo lo que tocaba. Desierto en euskera es basamortu, literalmente bosque muerto. Bosque. Muerto. Nada más que añadir. El inglés, en cambio, tiene dos palabras: desert, alude a la región árida que designamos desierto en castellano; y wilderness, tierra salvaje, inhóspita, también jungla. Wilderness es asimismo el título de la obra póstuma de Jim Morrison, los poemas inacabados en el momento de su muerte prematura en París. Me imagino a Morrison habitado por el desierto móvil, contenía la exuberancia de la jungla también en París. «París es una fiesta que nos sigue...» hasta el final.


Aquella mañana de primavera en Ibiza se desató una tormenta que barría las calles. El hombre bajo la lluvia se refugió en el Mar y Sol esperando que escampara. Era el único cliente ocupando la terraza. A los pocos minutos la pareja doblo la esquina corriendo muy pegados para protegerse. Mike Oldfield y Pepsi Demacque irrumpieron bajo el toldo justo cuando más llovía, relampagueantes. El hombre solitario bajo la lluvia observaba a la pareja jovial que usaba la risa como escudo. Contrastaban el desierto que lo habitaba (basamortu) y el oasis móvil fertilizando las miradas y los gestos de la pareja bajo el paraguas de la complicidad. El contraste tampoco pasó desapercibido para Mike Oldfield, cuya mirada acerada, casi transparente, se posó en el hombre solitario y parecía inquirir «¿qué se siente cuando hay un tiempo para recordar?»


Sentir. Recordar. Nada más que añadir. Man In The Rain fue lanzado como sencillo apenas un año más tarde.




José Blanco

El hombre bajo la lluvia


Libros del frío







lunes, 6 de mayo de 2024

AURKEZPENA PRESENTACIÓN: EL HOMBRE BAJO LA LLUVIA DE JOSÉ BLANCO EL JUEVES 9 DE MAYO EN LOUISE MICHEL LIBURUAK

 



Louise Michel Liburuak es un territorio de resistencia, un refugio donde tomar fuerzas para forjar un mundo mejor. El jueves, 9 de mayo, parece, según las predicciones del tiempo, que no va a llover en Bilbo. A pesar del buen tiempo tendremos al hombre bajo la lluvía, el nuevo libro del poeta José Blanco. En sus páginas podemos encontrar reflexiones sobre la escritura, sobre la poesía, aproximaciones a sus libros y a los otros que le acompañan, a sus escritores esenciales en casi cuarenta años de literatura. Un libro sereno y a la vez radical que incluye su propia banda sonora.
Os esperamos a las 19 horas, el día 9 de mayo, en Louise Michel Liburuak, Elkano, 27, Bilbo.

sábado, 4 de mayo de 2024

LLAMAS A LA LUZ UN POEMA DE ANTONIO GAMONEDA

 






LLAMAS a la luz y la luz viene como

un animal transparente. Tú

la acaricias y ella lame tus manos. Se

incorpora a tus ojos y

en tus ojos se encienden

los números dispersos.


Ante ti, la pureza y sus rectángulos.

un abismo creado por preguntas blancas

en apariencia inmóviles.


Van a surgir rostros que quizá has amado.

Sí, surgen rostros habitados y exactos

y te posee una pasión: ahora es

visible lo invisible.


Otras veces, sucede

que la luz se desprende de tus manos y

busca su libertad y se convierte en

pulsaciones, en

colores cautivos que carecen de nombre.


Sí:

proceden del abismo. Son

frutos incandescentes, entregados

a la libertad por ti.


Y pintas lo que no existió nunca: has visto la inexistencia y la

incorporas y

la inexistencia es real y es libre

incluso de sí misma.




Antonio Gamoneda

Esta luz

Poesía reunida

Volumen 2 (1995, 2005-2019)


Galaxia Gutenberg


viernes, 3 de mayo de 2024

EL INFINITO EN UN JUNCO DE IRENE VALLEJO

 






63


La historia de la literatura empieza de forma inesperada. El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer.

Mil quinientos antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionantes por su escritura brillante y compleja. «Lo que yo he hecho nadie lo hizo antes», escribe Enheduanna. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas. Poderosa y audaz, se atrevió a participar en la agitada lucha política de su época, y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, nunca dejó de escribir cantos para Inanna, su divinidad protectora, señora del amor y de la guerra. En su himno más íntimo y recordado, revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a «concebir» nuevos poemas, «dando nacimiento» a versos que respiran. Es un suceso mágico, erótico, nocturno. Enheduanna fue que sepamos la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas.




Irene Vallejo

El infinito en un junco

La invención de los libros en el mundo antiguo


Siruela