I
Se callan y esconden; celan
su cautivo relámpago. Tengo miedo al relente de las palabras.
Son
temibles las palabras. Incomprensiblemente,
lo es también
su ausencia.
Conozco
frutos olvidados en alacenas profundas, delicadamente envuel-
tos en sombras que tiemblan si, c auteloso, se acerca un rumor
de sucesivo esparto.
Ayer
vi descender en la tarde grandes flores. Me parecieron
flores sangrientas. ¿Qué es esto?
Nada. No ocurre nada. Es
sólo una roja
incertidumbre.
Pero reflexionemos.
Ha de estar ya cercano el momento en que habré de atender a
mi particular agonía. Se hará conveniente olvidar los presagios,
acercar al instante una exquisita serenidad y cerrar
suavemente los ojos.
Sí, cerrar los ojos. Cerrarlos suavemente,
es la última
luz.
Antonio Gamoneda
Esta luz
Poesía reunida
Volumen 2 (1995, 2005-2019)
Galaxia Gutenberg
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