JAMES WRIGHT
Si hay
un poeta norteamericano que asimiló el influjo de nuestra vanguardia, de los
poemas surrealistas de García Lorca, Aleixandre o del Neruda de Residencia en
tierra, ese es sin duda James Wright (1927 – 1980). Director con Donald Hall de
la influyente revista The Fifties,
ganador del premio Pulitzer en 1971 con sus Collected
Poems, Wrigth tuvo una vida difícil y algo desafortunada. Nacido en el
cinturón industrial de Ohio, hijo de un trabajador siderúrgico, Wright siempre
se consideró un outsider, separado de
sus colegas por una fuerte conciencia de clase que asoma una y otra vez en su
trabajo. Tuvo problemas de alcoholismo (como Berryman), fue sometido a
electroshock (como Plath) y acabó harto de las obligaciones docentes (como
otros muchos de su quinta). Justo cuando parecía haber encontrado la serenidad
con su segunda mujer, dedicado en exclusiva a escribir y viajar por Europa
gracias a una beca providencial, murió fulminado por un cáncer de lengua en
1980.
«Mineros» es un buen ejemplo de su destreza
para tratar un asunto de corte, digamos, social
con fuerza imaginativa y hasta metafórica. El resultado es un modelo de
sequedad y sugerencia, de emoción contenida y fuerza simbólica que nos deja,
también a nosotros, oyendo extraños ruidos en la noche.
Mineros
La
policía está rastreando los cuerpos
de los
mineros en las aguas negras
de las
afueras.
Unos
pocos se arrastran
buscando
más abajo, hasta que aferran
los
dedos del mar.
En
algún sitio, al otro lado
del
chapaleo y las marmotas soñolientas,
un
hombre fuerte, a solas,
aporrea
la puerta de una tumba, gritando
Dejadme entrar.
Muchas
mujeres
se
adentran en los pozos por largas escaleras
y
aparecen en los palacios tambaleantes
de
cisternas abandonadas.
En
medio de la noche
oigo
vagones moviéndose sobre rieles de acero,
chocando
bajo
tierra.
Jordi
Doce
El
libro de los otros
Ediciones
Trea
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