YA NO
SABÍA quien era,
le miré
por encima del hombro.
Me fui
así, dejando una leyenda,
en el
aire flotaban entresijos, 
no hizo
falta decir nada.
Todas
las palabras que no decimos 
se
hacen carne.
La
niebla se mudó en piedra 
subí a
un avión sin destino, 
mi
cuerpo había cambiado.
En
cuatro días pasaron dos años, 
después
me fui por un mes 
y
pasaron veinte años.
Al
volver metí los pies en el agua 
y dije,
ahora lo entiendo todo.
Vive en
la calle y tiene 
una
bolsa de plástico 
una
maleta negra y 
una
foto enmarcada.
En la
foto es otoño, 
se
quita los zapatos 
salivando
al principio 
de lo
que ha de venir.
Marina
Oroza
Nuevo
orden de las cosas
Libros
de la resistencia

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