CONTRA
EL MURO
Alimenta
el olvido que pudre las colinas y esa boca de
túnel
inexperto.
Alimenta
ese estómago de padre alcoholizado que
tumbaba
pasillos y sus cuadros, que fabricaba barcos
en la
noche de barrio proletario aunque no supiera
entonces
y, por tanto, los colores marchitos pareciesen
los
únicos;
barcos
de roja herrumbre condenados a hundirse sin
remedio.
Alimenta,
vomita, teclea sin parar el hormigueo eterno,
inextinguible
que bulle en cada célula, en el tonto ADN
de mis
límites,
en el
choque de ariete de mis huesos contra el ya nunca
más.
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DEMOLICIÓN
Los desmoronamientos,
los peores derrumbes ocurren
por
debajo del lenguaje, en el hueco interior de su
carcoma.
En el
vano trataré de recordar años más tarde cuál fue la
frase
exacta,
la voz
que presionó la columna de carga que armaba la
estructura
hecha
de acero y gestos.
Se trata
del idioma de la sombra, del aura negativa del
adverbio,
de la fuerza
que rige la extraña gravedad de las palabras.
Palabras
que contienen ejércitos ocultos aguardando la
noche
para
tomar la plaza, desde dentro,
como un
verano lento. Indetectable.
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AUSENCIA
A veces
es la tierra
cuando
por fin
el
salto.
Aire desvanecido;
incluso
eso.
En su
lugar
melaza
de los átomos
y el
picado
transmutado
en satélite.
Extinta
la energía
desde
el primer
impulso.
Regina
Salcedo Irurzun
Icebergs
Ediciones
de Baile del Sol
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