TARDE DE DOMINGO
La tarde se destartala
entre cajones
desordenados de olvido.
Por el filo de las siete se desliza
confundida entre las pelusas de los álamos
una palabra que promete
ser algo más
que una falacia.
A las ocho le salen sus ojeras.
Cuando el sol de abril
ya sólo abraza la parte alta
de las fachadas de la otra orilla,
se anuncia el cansancio
del cangrejo insomne
y la tristeza revienta
los tímpanos de los jardines.
Miriam Palma Ceballos
Exilios. Hacia el azul
Ediciones en Huida
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