A la memoria de David González
SEQUOIADENGRON GIGANTEUM
Cuando en el año 1890 se estableció
el Parque Nacional de las Secuoyas
el turismo pronto demostró que las secuoyas
teníamos más valor vivas que muertas
Más o menos, un siglo después
las personas se abrazan a sus tallos
y miran hacia la inmensidad de las copas
que rozan el cielo
En la cumbre, de toda esa figura retórica
un Airbus de la American Airlines
traslada, a velocidad de crucero
a doscientos cincuenta y cinco pasajeros
de una a otra punta de los Estados Unidos
Por encima de ese mismo avión
un satélite artificial
recopila datos de todo tipo desde su órbita
y en el nombre del progreso
los lanza de nuevo a la tierra
Algo más arriba
en los límites de la gravedad cero
de la Estación Espacial Internacional
dos de sus tripulantes hacen el amor
―como buenamente pueden―
al amparo interestelar del cosmos
Y, entre tanto, tú escribes
todos estos acontecimientos
en el reciclado de un papel Navigator
de ochenta gramos de celulosa por metro cuadrado
con un certificado ambiental
que dice respaldar una silvicultura responsable
y de ese modo contribuir a preservar un bosque
para generaciones futuras
Y, entre tanto, tú escribes
con un lapicero HB de grafito
también ecológico
comprometido con el medioambiente
y su responsabilidad en el tratamiento de la madera
en todos sus procesos de producción
que sacrificarán su tiempo libre
leyendo este poema para nada:
escribir entraña una gran dificultad
y una responsabilidad aún mayor:
se trata, entre otras historias,
de devolverle al papel
su condición de árbol
su dignidad
de naturaleza viva*
*Los versos en cursiva pertenecen al poema Retribución de David González
Gsús Bonilla
Arboretum
Breve antología de árboles caídos
Prólogo de María Ángeles Pérez López
Primer Premio Internacional de Ecopoesía Valle del Jerte
Ediciones Liliputienses
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