1.
No
puedo seguir en Casa cantera
rodeada
de piedras.
Digo
adiós.
Nadie
llora mi huida.
Otra
casa me acoge.
Casa
cantera queda lejos.
Quienes
habitan en ella aún más lejos.
2.
Transcurren.
Discurren
los
días con sus cuatro o cinco horas de noche.
El
olor, el calor, el calor, los sonidos, el sabor del agua
en la
casa que me acoge, es distinto.
Cuesta
hacerse un hueco en una madriguera
ocupada.
Quisiera
pensar que mi hueco en Casa cantera
aún
sigue vacío.
Quisiera
que me doliera pensar que otra persona
ocupa
ese hueco de piedra.
3.
Cuando
suena el teléfono
mi
cuerpo se tensa.
Espero
una llamada, aunque sea con voz de
caverna,
que
nunca llega.
4.
Espero
la llamada de Madre, corazón es de
piedra,
mientras leo.
Leer es
meterse en el fondo de la madriguera,
apartarse
del mundo.
En este
tiempo de metamorfosis leo mucho.
Los que
más me gustan son los libros prestados,
los que
ya han sido devorados por otros
animalillos.
Entre
sus hojas encuentro tickets, entradas de
cine o
teatro
pétalos
secos, páginas dobladas,
manchas
de café, de bichos aplastados,
notas,
párrafos subrayados…
Vislumbro
las vidas de personas que prestan
libros.
Vidas
muy diferentes a la mía.
Dejan migajas
para mí,
Yo
palpo mis bolsillos.
No hay
migas de pan
sólo
piedras brillantes como las que tiraba en el
camino
Pulgarcito.
Trocitos
del corazón de la madre que le
abandonó
en el bosque.
5.
Mis
botas son rojas.
Y mis
zapatos.
Y todas
mis sandalias.
Pero el
rojo no es mi color preferido.
Simplemente
lo elijo.
Quiero
caminar hasta el país de Oz.
Al mago
le pediré que pulverice la piedra que
cubre
el corazón de Madre.
Ventura
Ruiz
Diez
mil quinientos ochenta y cinco días
Planeta
Clandestino #252
Ediciones
del 4 de agosto
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