AMOR PERDIDO
Mi
hermana pasó toda una vida en la tierra.
Nació,
murió.
Entremedias,
ni
una mirada alerta, ni una frase.
Hacía
lo que hacen los bebés,
lloraba.
Pero se negaba a comer.
Aun
así, mi madre la abrazaba, tratando de cambiar
el
destino primero, luego la historia.
Y
algo cambió: al morir mi hermana
el
corazón de mi madre se quedó
muy
frío, muy rígido,
como
un pequeño colgante de hierro.
Me
pareció entonces que el cuerpo de mi hermana
era
un imán. Podía sentir cómo atraía
el
corazón de mi madre hacia la tierra,
para
hacerlo crecer.
Louise
Glück
Ararat
Traducción
de Andrés Catalán
Visor
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