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jueves, 21 de julio de 2022

EL POEMA QUE ABRE MI PADRE CUENTA MONEDAS DE ANGÉLICA MORALES

 


 

 

 

1

 

 

 

Se fue y sin embargo permanece.

Mamá lo tiene escondido en un cajón secreto del armario.

A mi padre.

Al muerto.

Al que ayer descansaba en un cementerio cerca del mar,

en un nicho donde el sol nunca estaba para mandar su saludo,

donde las flores

(decir flores es decir algún elemento que

pudiera señalar que ese hombre existió

y que cada vez en cuando alguien se acuerda de

él y lo visita /

trae una flor que arranca probablemente del

jardín de la entrada

o bien compra un ramillete de rosas de tela y

espumillón en la tienda de los chinos

y las deposita ahí /

en la lápida de mi padre.

La número 356.

La que tiene una fotografía en blanco y negro

en la que parece sonreír pero no)

abren su boca de escarcha en busca del agua que nunca está.

Decía que mi padre se fue, aunque continúa.

El precio de la muerte era demasiado alto para que mamá lo

pudiera seguir pagando.

Así que decidió sacarlo del cementerio, incinerar su cuerpo y

devolverlo a casa.

La casa de mamá es estrecha, con un pasillo largo y una

terraza sucia.

La casa de mamá huele a tabaco y pies, a niño que corta jamón

en una fábrica de las afueras,

a papá rascando las paredes del armario con sus uñas de ceniza.

Pero antes de que la muerte de papá llegase a casa pasaron

muchas cosas que voy a contarles.

Pónganse cómodos, fumen si lo necesitan.

Piensen en sus papás, en los nichos que pagan a plazos,

en esa compañía de servicios funerarios que les llama un lunes

cualquiera al móvil

y les ofrece un féretro biodegradable y una cruz.

 

 

 

Angélica Morales

Mi padre cuenta monedas

 

Presentación de Amalia Iglesias

 

Ediciones El Gallo de Oro


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