ORÍGENES
E HISTORIA DE LA CONCIENCIA
I
Vida
nocturna. Cartas. Diarios, bourbon
salpicando
contra el vaso. Poemas crucificados en la pared,
diseccionados,
sus alas de pájaro amputadas
como
trofeos. Nadie vive en este cuarto
sin
atravesar algún tipo de crisis.
Nadie
vive en este cuarto
sin
afrontar la blancura de la pared
tras
los poemas, baldas de libros,
fotografías
de heroínas muertas.
Sin
contemplar por último y tarde
la verdadera
naturaleza de la poesía. El impulso
de
conectar. El sueño de una lengua común.
Al
pensar en amanes, su fe ciega, sus
experimentadas
crucifixiones,
mi
envidia no es sencilla. He soñado con irme a la cama
como si
me adentrara en agua clara anillada por un bosque nevado
blanco
como sábanas frías, pensando Voy a
congelarme ahí dentro.
Mis
pies descalzos están ya entumecidos por la nieve
pero el
agua
está
tibia, me sumerjo y floto
como un
cálido animal anfibio
que ha
roto la red, ha huido
a
través de campos de nieve sin dejar huella;
esta
agua limpia el rastro
—Estas libre ahora
del cazador, el trampero,
los guardianes de la mente—
sin
embargo el cálido animal sigue soñando
con
otro animal
que
nada bajo la superficie del estanque, moteada de nieve,
y se
despierta, y vuelve a dormir.
Nadie
duerme en este cuarto sin
el
sueño de una lengua común.
II
Fue
sencillo conocerte, sencillo tomar tus ojos
en los
míos, diciendo: éstos son ojos que he conocido
desde
el principio… Fue sencillo tocarte
en contra
del historial truncado, a contrapelo de lo que
habíamos
sido, las decisiones, los años… Fue hasta sencillo
tomar
la vida de la ora en nuestras manos, como cuerpos.
Qué no
es sencillo: despertar de ahogarse
de
donde el océano bate en nuestro interior como una placenta
a esta
cotidiana, aguda particularidad,
con dos
seres que caminaron media vida sin tocarse;
despertar
a algo engañosamente sencillo: un cristal
empañado
por el rocío, un timbrazo del teléfono, un grito
de
alguien molido a golpes a lo lejos en la calle
haciendo
que cada una de nosotras escuche su propio grito interior,
conocedoras
de la mente del asaltante y el asaltado
como
debe serlo cualquier mujer alerta para sobrevivir a esta ciudad,
este
siglo, esta vida…
habiendo
amado cada una de nosotras la carne en su tensa o laxa belleza
más que
los árboles o la música (aun amándolos también a ellos
como si
fueran carne —que lo son—, mas carne
de
seres aún insondables en nuestra vida burdamente literal).
III
Es
sencillo despertar del sueño con un extraño,
vestirse,
salir, beber café,
adentrarse
en una vida otra vez. No es sencillo
despertar
del sueño a la vecindad
de otro
ni extraño ni familiar
en
quien hemos elegido confiar. Confiar, desconfiar,
nos
rebajamos a esto, nos dejamos
caer
mano sobre mano como en una cuerda que se estremecía
sobre
lo inexplorado… Eso es lo que hicimos. Concebidas
la una
por la otra, nos engendramos la una a la otra en una oscuridad
que
recuerdo como inundada de luz.
Quiero
llamar a esto vida.
Pero no
puedo llamarlo vida hasta que empecemos a movernos
más
allá de este secreto círculo de fuego
donde
nuestros cuerpos son gigantescas sombras arrojadas contra una pared,
donde
la noche se convierte en nuestra tiniebla interior, y duerme
como
una bestia muda, la cabeza entre las patas, en el rincón
1972-1974
Adrienne
Rich
El
sueño de una lengua común
Traducción
de Patricia Gonzalo de Jesús
Sexto
Piso Poesía
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