FRENTE DEL
SILENCIO
Esta
tarde te pido, compañero del trente antitético,
que no
rompas mi condón con tus palabras,
que no
dejes que tu espada negruzca atraviese
mi
límpido pecho virgen todavía.
Te suplico
que no
tientes a mi voz desnuda con morfemas,
que no
permitas
que tus
tinteros violen mis labios a cañonazos,
mucho
menos hasta que la conjunción
de su
temblor y mi miedo
haga
que se me corran los versos.
Te
suplico, además,
que no
traspases mi silencio al comienzo del escrito.
Tan
solo reclamo una elipsis,
una
tierra de nadie donde acampar,
y a ser
posible,
una
ínfula de respeto que impida
que la
ofensiva del bando corporal
arranque
a mi piel
esa
pueril postilla albina recién asentada
para
teñir de sangre derramada
la
ventana transparente del tiempo.
Te lo suplico,
y lo
seguiré haciendo aunque ya haya sucedido;
aunque
haga meses que mis poemas
hayan
recorrido la desgarrada laringe de papel
para
continuar con su lucha.
Aunque
lleve semanas consintiéndoles revivir
cada
noche
el
dolor del combate original
y el
placer del poema primogénito,
siempre
en la búsqueda del afecto
en el
circular campo de batalla.
Del
goce de la literatura
a
caballo entre la vida y la muerte:
en el
encabalgamiento de armonías
entre
temporal
y
frente.
Celia
Carrasco Gil
Entre
temporal y frente
Papeles
de Trasmoz
Olifante.
Ediciones de Poesía
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