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martes, 7 de diciembre de 2021

CUATRO POEMAS DE MURO CON BUGANVILLA DE LUCÍA EMMANUEL

 

 

 

 

Aita se encierra en el despacho con sus fractales. Nos cuida a su manera, es cariñoso a su manera, distinta a la nuestra. Se ocupa en planos, distopías o la construcción de una polis grandiosa y remota. Una foto, un cuadro, un dibujo, un fractal. Aita no sabe salir de paseo.

 

 

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Ama espera hasta el fin de semana. Los ojos de aita descansan en un western, la boca de un cigarro, los dedos de un vaso de vino. La mente en formas de naturaleza fragmentada y números de geometría quimérica: ecuaciones de Mandelbrot. Afuera ruido de sábado, de domingo por la tarde. Adentro, quietud y humo. Ama mira la puerta del despacho. Quiere salir a pasear.

 

 

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Una estantería blanca y negra en el despacho de la que cuelgan dos fotos grandes: ama jovencísima con gafas de John Lennon; ama con poncho, mirada baja, junto a un dosel de madera. A aita le gusta su pelo largo y suelto. En la firma de cada carta añade una carita sonriente con piernas y una margarita gigante en la mano. Le gusta su pelo suelto y largo. Le gusta ama, en blanco y negro.

 

 

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Aita y ama están juntos si hay algo entre los dos: comida a la mesa, vasos de vino, una partida de scrabble. Aita es números, colores y formas. Ama es música clásica y baile en el salón. Aita y ama conviven a ambos lados de una puerta. No saben estar a solas.

 

 

 

Lucía Emmanuel

Muro con buganvilla

 

Amargord Ediciones


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