VII
Infancia, odiando el club Juventus. Era gordita, y me mandaban dos veces por semana a hacer gimnasia y natación. No quería darle la mano a la señora que me cuidaba Me acuerdo de forcejear cruzando Colonia a la altura de Paraguay. Se llamaba Sonia. Yo no soportaba ni mi cuerpo ni el suyo. El mío, por exuberante. El de ella, porque tenía olor a agua jane. No me integraba con otros niños. Deseaba el momento de sentirme sola en la cafetería, a comerme el refuerzo de salame y queso. El disfrute por mirar a otros. Querer la vida de otros. Después de eso tenía horas de espera en la zapatería de mis padres. Jugaba con la caja registradora, y a veces me dejaban cobrar o hacer alguna factura. También me hacía pasar por una cliente y me descalzaba, los pies en la alfombra, pidiéndoles arreglos. Mi padre una vez le prendió fuego el zapato a una mujer. Era la quinta vez que lo increpaba, desconforme, porque no daba con el color exacto del teñido. Lo llevaron preso. Se fue como un zapato en llamas.
Claudia Campos
Jardín interior
Ediciones Liliputienses
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