FANDANGO
DE LA ACRACIA SOSTENIBLE
1.- Hola.
2.- Hola,
muy buenas. ¿Qué desea?
1.-
Pues soy conservador medioambiental de ideas en peligro de extinción y venía a
ver si le quedan algunos restos de pensamiento anarquista en su caletre, para
cuidarlos y que proliferen, oiga. La ideodiversidad es muy importante para el
mantenimiento de una sociedad sana, lejos del cáncer odioso del pensamiento
único.
2.- Pues
yo soy muy feliz pensando únicamente una cosa.
1.- ¿Y
no dialoga usted consigo mismo?
2.- No.
1.-
¿Quiere decir usted que mantiene un pensamiento lineal, estático? Eso detendrá
el flujo del progreso de su conocimiento. Se quedará usted aislado en un mundo
de percepción sin sentido, salvo el de la pura supervivencia. A la altura de
una lapa, una medusa o un gorgojo de centeno.
2.- Algunos
piensas que detener el pensamiento, la quietud en el continuo divagar de la
mente, es la puerta al nirvana, a la paz, a la armonía con el universo. ¿No es
eso un beneficio?
1.- ¿No
es eso dejar este mundo para que lo expliquen, lo ordenen y lo gobiernes esas
élites ávidas de poder que pululan por el teatro social? ¿No es abandono de la
responsabilidad? ¿De la búsqueda de la justicia? “Mi reino no es de este
mundo” es una declaración cobarde. Debe ser usted más comedido o me veré
obligado a multarle.
2.-
Pero bueno ¿ahora es obligatoria la lógica borrosa?
1.-
Como mínimo debe usted ejercitar la duda y reposicionarse críticamente entre
siete y doce veces al día.
2.-
¡Ja! ¿Y cómo va a controlarme usted eso?
1.- Mirándole
a los ojos. Los tiene usted como de brótola.
2.- Pues
usted sonríe como un ciervo.
1.- Mi
trabajo me cuesta.
2.- ¿A
qué venía usted en realidad?
1.- Soy
la muerte. Ha llegado su hora.
2.- Me
temía algo así. ¿Trae usted sus credenciales?
1.- ¿Es
que no se fía? ¿Se cree usted antes que soy conservador medioambiental de ideal
y no se cree ahora que soy la muerte?
2.- Vamos,
vamos. La muerte con es pinta… ¿y la guadaña? ¿y su hábito raído? ¡Vaya muerte!
1.- Me
ha pillado usted, la verdad es que me he metido un tripi, se me ha aparecido
San Buenaventura Durruti y me ha mandado acratizar el mundo. Al ver su verdulería
tan bien puesta en la esquina he pensado comenzar por aquí mi ministerio. No querrá
usted joderme mi primera conversión.
2.-
¡Pero bueno! Haber empezado por ahí. Yo estoy, a ratos, en contra de todo tipo
de poder. La autoridad emanada de la jerarquía me produce sarpullidos y, de hecho,
a los clientes les envuelvo los pepinos con papel de libros de Kropotkin, las
zanahorias con Proudhon y los tomates con Malatesta.
1.- Sí,
bueno, lo clásico, pero ¿y el anarquismo epistemológico?. Lakatos, Feyerabend…
2.- ¿Y
estos melocotones que tengo aquí? Pura miel.
1.-
Póngame dos kilos, pero no me líe. Volvamos al tema. ¿Le quedan restos de
anarquía en su caletre o no?
2.- Son
cuatro euros. No hay discusión caballero, sin duda tengo más que restos en mi
caletre. Escuche: la anarquía aplicada a la teoría del conocimiento y, por
extensión, a la práctica científica, es una opción que demuestra lo vivo y útil
del pensamiento libertario. Vigente y fresco.
1.- Entonces
¿reniega usted del poder y sus pompas?
2.-
Reniego.
1.-
¿Abomina de la autoridad y la jerarquía?
2.-
Abomino.
1.- Póngame
también un cuarto de kilo de picotas.
2.- ¿Se
va usted a quedar mucho tiempo en la ciudad?
1.-
Unos días. ¿Por qué?
2.- Me
gustaría volver a verle.
1.- ¿Me
esta usted tirando los tejos?
2.- No,
es que se me queda mucho género de un día para otro.
1.- Creo
que usted también me gusta. Es usted el alma del mercado libre. Un camaleón de
las convicciones.
2.- Y
usted el ideal personificado. La utopía y la eutopía juntas.
1.-
Casémonos pues.
2.- ¿No
estaremos corriendo mucho?
1.- El
tiempo es elástico.
2.- Eso
sí.
Y se
casaron por la Iglesia con toda pompa y boato.
Había algo
anárquico en ello.
Manuel
Macia
La
sonrisa del ciervo
Noches
de Alicia
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