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domingo, 8 de julio de 2018

UN POEMA DE UNOS OJOS EN LA TRAVESÍA DE LUIS ÁNGEL LOBATO




IV

Existen unos pocos momentos
en la vida
en los que después
de una palpitación
del aire
del vello o de la piel
ya nada vuelve a colocarse
en el sitio
que antes ocupó
y algo,
como una ansiedad de plomo,
se enquista
en el torrente sanguíneo
y me hace llorar.
Retomo uno de esos momentos
mientras aguardo,
casi vencido,
no sé bien
qué
o a quién.
Es un pálido
mediodía de primavera. Tengo
la inocencia
de la temprana juventud
y estoy a solas contigo. “Enséñame
a escribir
cartas de nata
y poemas en azul” ——me dices
suplicando con tus ojos
fijos en los míos—. Y es ahí,
durante ese extraño segundo
en el que se funde
la frase
con el gesto de tu mirada,
cuando una sístole
o diástole
arde en mi pecho
obligándome a retener
el primer escalofrío,
la metálica antigüedad
del verdadero amor.


Luis Ángel Lobato
Unos ojos en la travesía

Poesía Playa de Ákaba



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