TERAPIA
I
Nos
conocemos desde hace tiempo.
Hubo una
época en que venía a verme
todas
las tardes
y yo la
odiaba.
Quería
siempre llevarme
al
hospital. A veces, yo le hacía caso
y la
acompañaba.
Poco a
poco fue espaciando
sus
visitas.
.
Pero
casi fue peor,
porque
se presentaba entonces
de forma
inesperada
e
inoportuna
Y me
pillaba con la guardia baja.
Y me
vencía.
Siempre.
Hacía
de mí lo que quería.
De
pronto un día se fue. Sin más.
No
apareció durante casi una década.
Jamás
la eché de menos.
También
es verdad que sabía
que no
se había ido para siempre.
Ahora
viene alguna vez,
como
esas amigas del colegio
con las
que quedas a comer un día al año.
Me la
encontré el ocho de marzo
en la
estación del tren.
Me
saludó y yo hice
como que
no la veía
y seguí
leyendo mi libro.
Llamé
por teléfono a mi amor,
y le
dije:
“está
aquí, conmigo,
pero no
quiero hacerle caso;
háblame
de algo”,
mientras
ella me pellizcaba
y me
daba golpecitos en la nuca.
Subí al
tren y ella me empujó fuera
en la
siguiente estación.
Pero no
quise acompañarla,
esta vez
no;
fui a
habar un rato con mi madre,
tomé
una tila,
y luego
a trabajar.
Ella se
esfumó.
Estaba
claro que iba a vengarse.
Estaba
claro que tenía que atacarme
desnuda
y de noche,
porque
sabe que, si la veo venir,
soy
capaz de espantarla.
Así que
me despertó de golpe
a las
tres de la mañana,
me sacó
de la cama,
me hizo
llorar y gritar,
vestirme
y desvestirme,
caminar
y sentarme...
Tres
cuartos de hora tardaron dos orfidales
en
dominarla.
Y ahora
tengo miedo. Tengo miedo. Tengo miedo.
Tengo
miedo. Tengo miedo. Tengo miedo.
Y eso
que nos conocemos desde hace tiempo,
la
locura y yo.
II
No es
locura, es la vida
que
muerde,
pero ya
no puede conmigo,
me
cogerá una hora
y podrá
dejarme
hecha
una mierda
dos
días,
pero ya
es mía
la muy
puta,
la metí
en versos y no le doy
la
espalda.
No es
más fuerte que yo.
Emma
Cabal – La mujer que tengo más a mano
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