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miércoles, 11 de diciembre de 2024

LA VIDA DE RAMÓN BASCUÑANA EN ARTÍCULOS DE PRIMERA NECESIDAD

 






LA VIDA




Me salvó la poesía

de ese triste destino de los días iguales

y los mansos espejos que repiten los gestos

de aquello que se atreven

a cruzar por delante de la vida

y detienen su paso para mirarse en ella.


La vida es un espejo

que duplica los sueños imposibles

de aquellos que se asoman al brocal del espejo

sin fondo de la vida.


La vida es un espejo

que de forma angustiosa se torna un espejismo,

una quimera triste

como el triste destino de los días iguales

y las noches de insomnio

donde el amor nos duele

como duele la ausencia de una mano amputada,

como duele el recuerdo de don de la inocencia

perdida para siempre

cuando la infancia cede frente a los argumentos

del tiempo y de la vida.


Como cualquier espejo, la vida es una trampa.

A cierta edad la vida no refleja los sueños,

solamente la ruina de los sueños,

los escombros del alma, los despojos del tiempo,

o el buitre del cansancio

que un día tras otro devora las entrañas

de nuestra existencia.


A cierta edad la vida nos alcanza de lleno.

Como un ladrón perverso

nos despoja de nuestras ilusiones

y de muy malos modos nos obliga

a obedecer las leyes nunca escritas

del tiempo y sus secuaces.


Reside en la obediencia el misterio

de un mundo construido con palabras,

pero a mí, sin saberlo, me salvó la poesía.


En los versos hallé

la verdad que la vida me negaba

no la falsa verdad de los espejos,

sino aquella verdad que nos eleva

por encima del dolor y la pena.


En los versos hallé la verdad del amor,

la razón para ser quien yo quería,

para escapar de la tristeza quieta

de los días iguales

y las noches de insomnio

donde la ausencia duele como un miembro amputado.

Ellos fueron la puerta de salida

al cruel laberinto de los mansos espejos

que duplican los sueños y los gestos

en un juego infinito de reflejos sombríos.


De no ser más que un hombre

sin amor y sin sueños,

condenado al fracaso de los días iguales,

al miedo a los espejos, que es el miedo a la vida,

me salvó, sin saberlo, me salvó la poesía.




Ramón Bascuñana

Artículos de primera necesidad


Boria Ediciones


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