XXXII
El niño
tísico se llama Simón
y habla
cinco idiomas, los cinco unidos
por la
cinta de goma de sus sandalias.
En
newari nos canta las gestas de su pueblo,
empapado
bajo la lluvia,
repitiendo
it’s
nothing, it’s nothing…
qué
lejos para Simón
la
universidad,
las
medicinas
de esta
farmacia de aquí al lado…
carraspea
y de nuevo vuelve a cantar,
dodecafónico
y roto,
―igual
que aquella niña de la calle del Sol,
en
comba única―
el
romance eterno
de una
condesa que pronto
será
viuda.
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XXXIII
Luna de
Shirat.
Vano es
vuestro empeño, gobernantes.
Aunque
os gastéis todo el presupuesto en fotos,
aún os
aventaja
la luna
de Shirat,
gratis,
indiferente y, en verdad,
para
todos.
―――――――――――
XXXIV
¡Papa,
toros!
No, no.
Mira,
el golfo Pérsico,
los
cráteres de la luna,
la
cueva del hechicero de Lascaux…
un
desconchado en la pared del mundo
o tu
boca, mi niña,
extendida
entre todas las ilusiones,
mi
esperanza.
Antonio
Orihuela
Madera
de un solo árbol
Cuaderno
de Nepal
Editorial
Delirio
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