LA LENTITUD
DEL LLANO
QUE NO ACABA
La
lentitud del llano que no acaba,
la
modorra del tren, los ojos rojos,
el
bosque bajo ralo que una mano
de
hielo escarcha como fruta negra.
El
invierno de terciopelo marrón casi negro
bajo
el sol ahogado.
Voy
en el tren del silencio.
―――――――――――
OBRADOR
En el
fondo del horno hay un niño
y no
se quema.
Obrador
altísimo de la noche.
Las
torres de cestos se inclinan: estalagmitas.
Quieta
en mi hornacina
como
un monje
escucho
mi respiración
y el
crepitar del fuego.
El
niño juega como un gato.
Anda
por las esquinas. Aparece
y se
funde en la oscuridad.
El
panadero es el guardián
de un
interior rugiente.
Llamaradas.
Me
acerca un pan abierto:
un
vientre humeante
salido
de un vientre rojo.
Estefanía
González
Dios
en la ría
Bartleby
Editores
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