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lunes, 5 de diciembre de 2022

ARÁNDANOS UN POEMA DE IOSU MORACHO CORTÉS DE ICEBERG

 

 

 

 

Arándanos

 

 

 

Un grupo de mis alumnas de diez años

vienen a decirme entre sonrisas

que hoy en el recreo de la escuela han almorzado arándanos.

 

Arándanos, les digo.

Hace trece mil años, antes de la última glaciación

ya existían los arándanos.

Sus restos han sido hallados en los fósiles de los animales

por los paleontólogos.

Los griegos y los romanos

los tenían incluidos en su dieta alimentaria.

Los indios de Norteamérica relatan que el Gran Espíritu

envió una vez bayas de estrellas, arándanos azules,

para poder salvar de la gran hambruna

a los niños de las tribus indias.

 

En el extremo de cada baya

se abre el hueco de una estrella perfecta de cinco puntas.

Se llaman moras azules,

pero también pueden ser rojas.

Cada vez que escribáis hoy en la clase el resumen de un tema

acordaros:

de rojo, las ideas principales, dulces como arándanos,

de azul, las secundarias, suaves como la mano que mece la rama.

El resto es helecho

y solo sirve para el forraje de invierno de los animales.

 

Vosotras comed arándanos,

tendréis los ojos brillantes,

veréis la vida desde la plenitud de lo fundamental,

desde el fundamento de lo cotidiano,

seréis capaces de descubrir las estrellas caídas en la noche

en medio del barro de todos los caminos.

 

Comed arándanos, les digo.

Y ellas, me dicen:

¿Quieres uno?

 

 

 

Iosu Moracho Cortés

Iceberg

 

Amargord Ediciones


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