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miércoles, 2 de noviembre de 2022

DOS POEMAS DE TE ROBO LOS RECUERDOS DE JULIA CONEJO

 

 

 

 

Colegio de niñas en 1916

 

 

 

“Una hora menos para la eternidad”

La monja repetía esa sentencia

cada vez que comenzaba la clase.

Y las niñas

la lección bien aprendida

respondían a coro:

“Dios quiera que seamos santas”

 

Acto seguido, comenzaba

la rutina de la lectura en voz alta,

las lecciones de costura o el rezo.

 

Como si aquella monja

no les hubiera lanzado otra piedra

a la boca.

 

Como si ellas no se la hubiesen tragado

sin masticar

y no tuviesen que aguardar al recreo

y vomitarla.

 

 

―――――――――――

 

 

 

La calle 18 de julio

 

 

 

En la calle 18 de julio,

los niños juegan libremente

ocupando la calzada:

 

Saltan a la comba, cambian cromos,

fabrican básculas con cajas de betún

e improvisan una tienda

en la que puede comprarse cualquier cosa

que la tendera haya pesado antes.

 

En la calle 18 de julio, sin embargo,

no todos los niños se divierten juntos:

Hay una zona noble de grandes mansiones

en las que viven familias

que no conocen los nombres de los chicos del barrio.

 

Los padres prefieren que sus hijos

jueguen en los jardines que rodean sus casas.

Así evitan peligros,

roces incómodos con los desconocidos.

 

Ha sido pura mala suerte

que entre la tierra y el abono que vino del Ferral

hubiera una granada escondida.

Que la encontrara el niño más pequeño,

se la enseñara a sus hermanos

como un trofeo exótico,

y todos la quisieran.

Que estallara en mitad del forcejeo

por ver quien la conseguía antes.

 

Ha sido pura mala suerte

que el nombre de la calle en que ocurrió el suceso

fuera 18 de julio,

Que todos cuantos allí vivían

estuvieran condenados a no olvidar

lo que había sucedido en esa fecha,

a evocar esa guerra que,

como todas las guerras anteriores y futuras,

habría sido irracional y arbitraria.

 

 

 

Julia Conejo

Te robo los recuerdos

 

Eolas poesía


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