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martes, 25 de octubre de 2022

UN POEMA DE VERÓNICA ARANDA EN TATUAJE

 

 

 

 

II

 

 

Aquellas madrugadas en los puertos

de tabernas insomnes

y los acordeones del destierro,

no buscaba a los rubios marineros,

aquellos extranjeros de frondosos tatuajes

que se apoyaban en los mostradores,

y su aliento traía el aguardiente

de las naves errantes y los rostros

de mujeres nocturnas y remotas.

 

No buscaba a esos otros marineros

cuyas promesas se difuminaban

en una despedida inexistente

y siempre se marchaban en las tardes de junio

para no regresar. Quedaba el nombre

como único amuleto de su paso,

junto a aquellas palabras que se dicen

cuando sabemos que el exilio acecha,

que podemos quedarnos o escapar.

 

Los tatuajes quemaban y esas noches

yo buscaba el camino de regreso hacía Ítaca,

las colinas de Roma, la ciudad de Kavafis

o un barco que zarpara a la isla de Safo

 

 

 

Verónica Aranda

Tatuaje

 

Hiperión


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