Se agolpan
ante los muros
del imperio se
hacinan
sobre un
campo de minas en
cada paso hacia
el
interior de
un naufragio, hacia
el interior de un
lenguaje
donde los siglos revelan sus losas, sus glosas.
Se afirman
las palabras como
lo hacen los
monolitos, apelan
a su propio
peso más allá
de la
extinción. Y
ahí el lenguaje
la talla invisible
sobre
las tierras
y el modo en que
las nombramos. Ahí el
lenguaje como
el insecto fosilizado en la resina, listo
para ser
observado transmutado en
objeto
decorativo.
El lenguaje que se renueva en cada
boca,
en cada
lengua que predice un siglo, rebontándo(se)
del
paladar a la glotis a la punta exacta de los molares
inferiores y
superiores,
superponiendo(se) en
muñecas rusas
de resonancia. Hay
fiereza en
este lenguaje. Hay
fiereza y garra sobre
el dolor de
la ejecución
de los nombres
que fueron ejecuciones
humanas, cada
palabra que dice
asesinato, cada
palabra que
dice genocidio, cada
palabra que dice
holocausto: los
nombres que existen
porque el
hecho existe. Como
dice permisividad del
naufragio, como
dice crímenes de
lesa humanidad,
como dice
no cuenta usted
con los papeles
requeridos, como
dice no se permite
jugar al balón,
como dice
permiso de residencia,
como dice una
mujer muere
a manos de
su marido, como
dice este
documento debe
ser debidamente compulsado,
como dice
este es el
lenguaje de la
distancia donde
las personas
de cuencas vacías
carecen de ojos y por
lo tanto
no pueden verse.
No atisban que
tienen
hombros, que
tras sus hombros
tienen espaldas, que
en las
espaldas hay un
lunar, que ese
lunar fue
acariciado por
un amante, que
ese amante aguarda
un regreso
en algún rincón
del mundo, que
ese
rincón del
mundo es este
preciso momento está
siendo
bombardeado.
La crueldad
de la naturaleza
es la crueldad
del
lenguaje / la
crueldad del lenguaje
humano excede
con creces l a crueldad de la naturaleza / el
lenguaje
se
excede a sí mismo
en hasta dónde puede alcanzar
/ hasta
dónde puede alcanzar
la crueldad de
la
naturaleza / no
lo sabemos, es lo cierto / si el hombre
es
parte y forma parte de esa misma naturaleza
/ no
podemos entender
al hombre separado
de ella / la
crueldad
de la naturaleza es la crueldad
del hombre
que se
agolpa ante los muros del imperio
/ hacinado
sin espacio para
mirarse a las cuencas de los ojos
/
sobre el
silencio escarpado / de
un viejo campo de
minas /
situado sobre las
ruinas de una
ciudad
perdida
/ levantada sobre el magma y la
piedra negra
de una
tierra volcánica /
más inmemorial aún / que
la
articulación del propio lenguaje
Mónica
Caldeiro
Latitud
sur
Varasek
Ediciones
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