PO-ÉTICA
Hay un
tiempo
en que
la leña arde en el paraíso
climatizado
de los
seres prudentes.
En un
mundo sensato
comedido
donde
ya nada nuevo es necesario.
Un
momento preciso
para
volver a casa cada día
y
rebañar a solas
la miel
del desencanto,
rebanada
fría del dolor.
Dentro
de tu edificio
hay una
vibración imperceptible
que
avanza sin querer,
como
un desprendimiento
de
nieve encadenada
que
quisiera cegar la oscuridad.
Es el
frágil temblor
de
un alud que iniciara
su
descenso,
la
quemadura blanca
de una
noche interior que se vacía
en el
mismo momento en que la nieve
desbroza
su letargo,
su
breve oscuridad,
y una
niña olvidada
sostiene
en algún mundo una cerilla,
minúscula
claridad
que
emana de la sombra y del silencio.
La
clarividencia de la noche
borra
los espejismos de la luz.
Ya sólo
es cierto
que esa
luz nos obliga
a
descalzar el alma,
a
contemplar por fin
la otra
claridad,
aquella
que se esconde tras la luz.
Rosana Acquaroni
Discordia
de los dóciles
Olifante
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