VIENTO MENGUANTE
Cuando
os creé, os amaba.
Ahora
os compadezco.
Os
concedí todo lo que necesitabais:
el
lecho de la tierra, el manto azul del cielo…
Cuanto
más me alejo de vosotros
más
claramente os veo.
Vuestras
almas ya deberían ser inmensas;
no lo
que son ahora,
pequeñas
cosas parlanchinas…
Os
concedí todos los dones,
el azul
de la mañana de primavera,
el
tiempo que no sabíais cómo usar:
queríais
más y más, queríais el don
que
estaba reservado a otras criaturas.
Fuera
lo que fuera que esperabais,
vuestro
lugar no será el jardín entre las
plantas
que crecen. Vuestras vidas,
a
diferencia de las suyas, no son circulares:
vuestras
vidas son el vuelo del pájaro
que
empieza y acaba en la quietud:
que empieza y acaba, y replica en su
forma
este
arco trazado desde el blanco abedul
hasta
el manzano.
Louise
Glück
El iris
silvestre
Traducción
de Andrés Catalán
Visor
No hay comentarios:
Publicar un comentario