LUTO
I
Hubo un
tiempo de insistencia en la piedra
cuando
la cavilación de la grieta era mi forma de amarte.
Bebía de
mí mismo,
reflejo
palpitante en su reflejo,
como se
viven a sí mismas las palabras
vacío,
patio, caída, nada.
Hubo un
tiempo, hija mía,
de la
abrasión hipnótica del aire,
el
tiempo
de
aceptar la sombra hasta reconocer mi cuerpo.
Era la
noche bajo las arenas
de tu
voz
que aún
me recordaba.
Fueron
los días sigilosos de la traición,
del
convencimiento.
II
Todo lo que se escribe en una lápida
se dirige al abismo.
Basilio Sánchez
Ni en
la piedra ni en los olvidos
del agua,
en la maleza de mi idioma
retengo
los sentidos de tu nombre
—ya
nunca el que te di—,
los que
dejaron
tus
cuentas bien echadas con la muerte:
miedo,
umbral, ahora.
Los
repasa
mi lengua
entre las sombras urticantes,
comprende
el escozor y la voz rasa,
la
tentación acuosa de la ausencia
como un
ramo de rosas transparentes,
indoloras,
y en paz con ellas mismas.
III
Ahora
es el tiempo
de
comprenderte de otra forma,
de acontecer
bajo las nupcias de la luz.
Ahora
es tiempo
de
observar las desobediencias del agua,
la
venosidad que cruza la promesa antigua,
de
escuchar el cascabel de sangre de mi lengua
en
otras sangres,
de los
umbrales falsos y las ropas,
de ser
lo que ya no necesitas.
Dejaré
una lámpara encendida
junto a
la fiebre de tu memoria
porque
es el tiempo de saber de ti
cuando
te has ido
y en
esta casa todo está
porque
alguien falta.
José
María Castrillón
Formas
de saber que sigues vivo
La Garúa
Libros
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