LA
COBARDÍA ES UN ASUNTO SERIO
Mientras
lavaba un plato aprendí a llorar la ausencia,
la vi a
los ojos fijamente, no tuve alternativa,
ni
lugar para refugiarme.
El
llanto hizo que detuviera
mi tarea
de lavar los platos de la cena.
Yo
misma fui otra llave de agua.
Tallé
con una fibra
el
recuerdo de mi abuelo muerto,
al que
nunca he sabido llorarle.
Me
encontré enjabonando la culpa
de haber
llegado tarde a su velorio
y
enjuagando esos días
en los
que pensé que enterrábamos
al
pariente lejano que no pesa.
Pero el
miedo al dolor es más fuerte
siempre
prefiero
ahogar
en la rutina de las lágrimas
darle
la vuelta a lo que duele,
para
que no duela.
Como
ahora que intento hablar de platos sucios,
para no
enunciar ausencias o dolor o muerte
y
prosigo la tarea de lavar estos platos,
porque
para nombrar a mi abuelo
y decir
al mismo tiempo que desapareció,
me hace
falta ser valiente.
Zel
Cabrera
Cosas
comunes
Ediciones
Liliputienses
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