Adiós
a la familia
Cómo
olvidar la fijación de mamá
por
convertir ese patio lleno de tierra y piedras
en un
jardín.
Era la
casa nueva.
Estabas
a punto de nacer, hermano.
Mamá de
bruces sacaba piedras más piedras
hasta
acabar el agujero en el que plantó el pino.
Papá la
retó por gastar dinero
pero
con el paso de los años aprendió a gustar del árbol
de su
sombra
del
follaje que lo protegió de los vecinos.
El
pino, que era hembra, creció sano y fuerte
en
busca de la reproducción
sentíamos
el olor que expelía
para
atraer a quienes portarían el polen
de
algún pino lejano.
Muchos
pájaros vivieron en sus ramas
Sus raíces
comenzaron a levantar las baldosas
Su
sombra impidió que el membrillo prosperara
Pronto
los vecinos se quejaron.
Tomaste
un serrucho
subiste
esos nueve metros
y
comenzaste a cortar las ramas más gruesas.
Al bajar
estabas salpicado entero de leche.
Cuando
mamá llegó y te vio sin protección arriba
destruyendo
ese pino
tuvo
que sostenerse.
Hoy
todavía queda una rama.
Después
tendrás que cortar el tronco
Jalar
cada raíz.
No te
dio pena haber derribado el plan.
Pronto
entrarás en esa tierra.
Natalia
Figueroa
Una
mujer sola siempre llama la atención en un pueblo
Ediciones
Liliputienses
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