Las
células cancerígenas se niegan a morir, proliferan salvajemente, conquistan
cada territorio que pueden: el cerebro, los pulmones, el hígado, la médula
espinal, los huesos. Algunos tumores, como el mío, son necróticos, creciendo
tan rápido que su interior muere mientras sus bordes se expanden velozmente.
Estas células, si se puede decir que buscan algo, buscan agresivamente la
inmortalidad, pero la inmortalidad que buscan es fiel a la muerte. Los tumores
necróticos se expanden sin límite, pero no crean una infraestructura que pueda
sostenerse. Su expansión -esa vida salvaje, horrible- tiene como único
contenido la muerte más vacía. “Como el capitalismo”, le digo a mis amigos y,
con capitalismo, quiero decir “la vida tal y como la conocemos” y quiero decir,
con “como el capitalismo”, que está, entre otras cosas, “muerto por dentro”.
Anne
Boyer
Manual
para destinos defraudados
Traducción
de Adalber Salas Hernández
Kriller71ediciones
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