ENERGÍA
OSCURA
La
tabernera Siduri diciéndole a Enkidú
que se
olvide de todo
y
disfrute de los placeres de la vida
porque
no otra cosa significa ser mortal.
Gilgamesh
viendo cómo la planta
de la
eterna juventud
que
crece en el fondo del Mar de la Muerte
es
devorada por la serpiente del sueño y el tiempo
sin que
él pueda hacer nada.
Edith
convirtiéndose en sal común
en
nombre del patriarcado.
Plinio
subiendo al Vesubio en plena erupción
para
observar el fenómeno de cerca.
Fernando
de Aragón comiendo escarabajos verdes
para
que Germana de Foix no notara
que la
acababan de casar con un viejo.
Jean
Baptiste Lully marcando el compás
con una
barra de hierro.
Francis
Bacon enterrando un pollo en la nieve
para
comprobar si el frío es un buen conservante
para
los alimentos.
P. B.
Shelley dejando a medias su poema
The
triumph of life
porque
hace un hermoso día de verano
para
navegar a vela.
Alfred
Jarry pidiendo, como último deseo,
un
mondadientes.
La
superiora de las Siervas Adoratrices
del
Santo Sacramento
tañendo
las campanas cada vez que hay un mitin
en la
Casa del Pueblo
para
ahogar con ellas la voz de los oradores.
El
Carbonerillo cantándole al Tumba de Triana:
la
pena grande se llora y con el llanto se va,
lo
malo es la pena grande que no se puede llorar.
Federico
García Lorca aprobando
toda la
carrera de Derecho
en un
solo año después de llevar ocho matriculado.
Francisco
Maroto diciéndole a sus compañeros
de
trinchera
que es
mejor perder la guerra, porque si la ganan
los
fascistas serán entonces ellos.
Philippe
Soupault esperando a nadie una hora
que
pasó hace mucho.
La boca
azul de El Bizco Amate
contraída
más allá de la nada
y los
ojos nublados de Tajaita
el día
después de la riada.
El niño
de la escuela Cervantes de Montevideo que
asiendo
la mano de Juan Ramón Jiménez le dice
“Señor,
cuando yo muera, quiero ir al mismo cielo
que
usted”.
María
Steiner enterándose,
al
llegar al aeropuerto de Mallorca,
de que
le ha tocado una estancia de quince días
gratis
en la isla.
Manolita
la Verde alumbrando, advirtiendo
y
dañando para siempre
a los
que iban a buscarla para el estreno de su carne.
Francis
Picabia atravesando el siglo XX
a cien
por hora.
Tristan
Tzara comentando,
en la
última entrevista que concedió,
que la
única forma de crear
es
destruir todo lo que hay en ti.
Marcel
Duchamp diciendo en su lecho de muerte:
He
tenido suerte, una suerte estupenda,
nunca
he pasado un día sin comer y no he sido rico.
Pierre
de Massot soltando las riendas del caballo,
quitándose
la nieve de la melancolía
de su
vieja chaqueta
y
hundiéndose donde todos los sueños se hunden
mientras
los jóvenes buscan la abierta claridad
de la
playa en París.
D.A.
Levy vendiendo por un dólar
su Oráculo
de correo basura budista de tercera clase
y
sucumbiendo bajo el peso de su sombrero
con un
rifle calibre veintidós.
Miguel
Pantalón diciendo que el cante es un bulto
de
colores sin ojos y sin manos y sin ná,
pero
vivo, grandísimo,
y que
él, cuando canta, está en el bulto,
está
leyendo quince libros sin saber leer,
está
acostao con cuatro o cinco mujeres,
ve los
muertos, lo ve tó porque está en el bulto.
Antonio
Mairena confesando
lo que
le hubiera gustado
ir un
año al carnaval de Cádiz vestido de fallera
con su
peineta y tó.
Paul
Auster recobrando la traducción
de la Crónica
de los indios Guayaquis
de
Pierre Clastres
que
había perdido veintidós años antes.
Robert
Smithson trazando un mapa donde explica
cómo
llegar a ninguna parte.
Saburo
Murakami realizando por última vez
su
performance Exit
en la
que atraviesa un cuadro con su cuerpo.
Manuel
Alcántara cerrando la otra mitad
del
tiempo que le faltaba.
La
Ministra de Igualdad pidiendo
que las
políticas de género
contemplen
la paridad en los cargos directivos
como si
eso no hiciera sino reforzar la opresión
y la
explotación.
María
Galindo afirmando que, como maricona,
sueño
con un mundo sin ejércitos
y no
con maricones en el Ejército.
El papa
Francisco preguntando
a la
multitud congregada en la Piazza della Chiesa
de
Lampedusa: ¿quién ha llorado?
Tiago
Gomes extrañándose al comprobar
que las
rúas de Lisboa
son
también las arrugas de sus manos.
Miguel
Ángel Pozo escribiendo en la nada
la
lluvia sordamente.
Todos,
todos tan reales como la pella de barro
que arrojada
a un charco,
interrumpe
el claro espejo de la realidad
abriéndose
a la verdadera verdad que está detrás
y a su
vez, se diluye y se enajena,
en
círculos crecientes
mientras
cae hacia una eternidad sin orillas.
Antonio
Orihuela
Todos
atrapados en la misma trampa
Poesía
Garvm
No hay comentarios:
Publicar un comentario