No,
el paraíso no es la infancia, el paraíso es la animalidad;
es el
paraíso lo que perdimos
la luz
verde, líquida / de los robles, las aguas de un río y el
cuerpo
en la corriente
se
pliegan (las luces, la luz)
nutricias
durante
todo un verano, durante las horas de más calor,
recluida
en la galería, fingía leer Las maravillosas
aventuras
de Antífer, trazaba en la mesa rutas
imaginarias
y infusas, aprendía calma, la concentración
que
envuelve el trabajo, la separación del mundo
es así
como un brazo se convierte en ritmo
nosotros
casi no tenemos ruinas, toda nuestra anterior
producción
agraria es una ruina, pero de los campos no
se dice
«están arruinados»; si tuviéramos ruinas
tendríamos
memoria
tengo
la cabeza llena de ruinas
sobre
la ruina se perfila con claridad la Historia
la
ruina es indistinta
abrimos
en ella una veta de mineral, un curso en las
entrañas
un mito
linda entre la carne y la palabra
un mito
Yo
memoria,
instante, de inmediato ruina
todas
(las antepasadas) somos más o menos idénticas
sentimos
la tormenta de la voz en el diafragma, el rayo del
pensamiento
en la bóveda
simias,
dilatan la mente
y tú,
que me amas
Niebla,
la perra, siguió dándole vueltas a su imposibilidad
de caza
y las ardillas se inmovilizaron indiscernibles en
la
madera, luego se dirigió hacia a un prado, uno de los
caballos
se espantaba de vez en cuando las moscas que
por un
instante revolotearon inciertas para luego posarse
cómodamente
en su lugar preferido
como
este vacío, torre Hölderlin
tú me
recibes
Babilonia.
&
así el
poema, una sangre que mantiene a raya a los difuntos,
que
todo lo atrae
el mito
—al igual que el yo, la memoria, la grieta, el tiempo,
la
cópula y el sueño— une lo inaudito
hacia
una puerta esmaltada de azul donde los animales son
dioses
e
implosionan.
Chus
Pato
Na lingua
das bestas – En la lengua de las bestias
Planeta
Clandestino #218
Ediciones
del 4 de agosto
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