BALADA
A Ona
Todas
las mañanas, cuando suena el despertador,
ella
salta de mi cama y me lame la cara.
Yo le
digo que no tengo tiempo para eso,
pero,
inaccesible al desaliento,
me
prepara el desayuno entonando réquiems.
Y
cuando voy a subir al coche
para
irme al trabajo,
ya está
dentro, esperándome
en el
asiento del copiloto.
En mis
días libres se pone de morros
si me voy
a dar un paseo en bici
o a
caminar por el campo
—aunque
al volver se le pasa el enfado—;
y
cuando salgo de la ducha,
mientras
hago la cena,
me
sirve un vaso de vino,
pone
algo de Eva Cassidy
en
Spotify
y
bailamos muy pegados,
mi
querida tristeza y yo,
antes
de acostarnos.
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REVERDECER
A Jorge
Espina
Le dije:
Si existiese la reencarnación,
en otra vida me gustaría ser árbol.
Ella me abrazó,
mis pies se afianzaron en la tierra,
mis brazos reverdecieron
y en mi cabeza revolotean pájaros.
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HAYA
Al ver a la hiedra,
enredada en el tronco desnudo
del haya, no puedo evitar
sentir envidia.
Hay quienes piensan
que la trepadora es un parásito
de los árboles, que su abrazo
los debilita.
No sé, pero tal vez habría
que preguntarle al haya
qué cree que sería de ella
sin el calor de la hiedra.
Patricio Rascón
Caminar como un árbol
Multiverso
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