LA
PLAYA
Los
hombres de vacaciones en agosto dantesco arrastran las pertenencias por la
arena: bigote abajo, una gota va resbalando hasta la piedra con la que hincan
la sombrilla de bebida refrescante con la fruición de un armstrong en luna. Se
yerguen sobre sus chanclas y miran al horizonte lleno de otros colonos obesos
de medio pelo, antes bizarros toscos con ligas santas y pendones altos, ahora
la patria se lucha en el espacio confort delante del merendero con la misma seguridad
de una contrarreforma. Ay, agosto satírico, como dudas entonces de tu intención
de hacerte octubre laboral. Hierve de gente un verano abarrotado con museos que
expectoran cartón pluma, la ruta denominación de origen, abrevaderos de diseño,
el día del melocotón en un pueblo blanco señalado por las redes, el restaurante
con hipercomunión: todos avisados, todos expectantes para no perderse nada. El
dolor de hombro del porteador estival a la vuelta de la playa es comparable,
por un segundo, al de la vuelta de un juandeaustria, arcabuz en ristre, reguero
de galeras destrozadas. Dolor vacacional, la soledad vespertina del
bedandbreakfast, y vuelven a ocuparse del resto de arena entre los dedos. No
saben que es el infierno y mantienen la esperanza, aligeran a la Beatriz de lo
libidinoso, perrean por los círculos y esperan su turno en el castigo, felices,
por el parque temático que creaste.
María Eloy-García
Los habitantes del
panorama
Arrebato libros
No hay comentarios:
Publicar un comentario