VULNERABILIDAD
A
Conchi
Esta palabra de tierra, terrazo,
arcilla, ladrillo,
piedra resto amalgama de metal. Los
gatos
que la acarician, sus huesos huecos de
leve
vida, suspendida elegancia de un tiempo
animal. Hasta aquí llega el olor de mar
y la palabra compostada de vida y miedo
hace oración de viento y extraño sol,
olor de mar.
¿Quién libra al sujeto de esta frase
sino la mirada de un gato llena
de presente? ¿este marzo que miente como
enero?
¿este abril cerrado de mar? Ahora huele
a jazmín.
Cuatro lados tiene el lugar de este
miedo
y esa puerta que se abre a la calle
vulnerable
como vulnerable es la palabra tierra, el
paso
cauto del gato, el inexacto rumor de un
motor
de explosión. No, no hay cuatro lados:
abajo
cierra el calor que sustenta el paso,
arriba
una falaz promesa de certidumbre. No.
Seis
muros de ladrillo, arena, tierra, mar,
miedo, amor. Seis lugares donde refugiar
al animal de la muerte. Y sin embargo
huele
a mar y ahora a jazmín. Paso de gato
como palabra dicha ventura y de repente,
cuando la esperanza se apaga en lluvia,
brotan los tallos feraces del semillero
de los días que acompañamos, amor,
mar, jazmín.
En construcción
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