La fortaleza de Jaisalmer parece el
castillo que un niño hubiera construido volcando en la playa sus
cubos de arena, para ver, después, cómo la marea al subir llenaba
los fosos. Pero el mar está a miles de kilómetros y el fuerte no
tiene fosos. Otro tipo de marea baña el pie de las murallas: una
multitud de criaturas que se empeñan en seguir vivas y no se
plantean siquiera la posibilidad de burlar el rigor de esa condena.
Criaturas que, como yo, no tienen la fuerza suficiente para vencer
ese instinto que —colofón de la burla— nos mueve a persistir en
lo que somos. Criaturas que, como tampoco yo, no consienten en morir
antes de tiempo, a pesar de la lucidez que les muestra la inutilidad
del empeño.
Chantal Maillard
Jaisalmer
Quinto suplemento de Zoo
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