ACERCA
DE LA CAUTIVIDAD
Estando
todos desnudos como si fuéramos recién nacidos, procurábamos
esconder la desnudez, cuando estos caníbales tomaron [nuestros]
libros, arrancaron las hojas y nos entregaron una a cada uno para
cubrirnos...
Jonathan
Dickinsson, 1699
En
manos ahora
de
sus captores, aquellos
a
los que han llamado salvajes,
¿pronuncian
la misma palabra
salvajemente,
silbando
esa
primera letra,
la
imagen de la serpiente
transformando
el
pensamiento en discurso?
Para
ellos ahora
todo
es carne
como
si sus pensamientos, hechos
de
repente corpóreos,
revelasen
incluso más
su
desnudez,
su
vergüenza:
sus
cuerpos rendidos
desnudos
como los de los nativos,
vulgares
y pálidos,
su
sexo ordinario,
el
bello ilícito y secreto
que
no cubre (no puede)
lo
suficiente.
Desnudos
como recién nacidos,
así
es como son llevados
al
conocimiento. Adan y Eva
en
el Nuevo Mundo,
sólo
tienen la Biblia
para
cubrirse. Piensa en ello:
una
mujer sujeta frente a ella
la
hojas arrancadas del Génesis,
y
un hombre se cubre a si mismo
con
el frontispicio
del
Buen Libro, su propio nombre
está
inscrito en la página.
Natasha
Trethewey
Thrall
(Cautiverio)
Traducción
y prólogo de Nieves García Prados
Valparaíso
Ediciones
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