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lunes, 30 de septiembre de 2019

EL ÚLTIMO MOHICANO UN POEMA DE PACA AGUIRRE




El último mohicano

A mi madre

No tuve nada, y sin embargo, de algún modo,
comprendo que lo tuve todo.
No teníamos nada, nada
salvo el miedo, el dolor,
el estupor que produce la muerte.

Cuando mataron a mi padre 
nos quedamos en esa zona de vacío
que va de la vida a la muerte,
dentro de esa burbuja última que lanzan los ahogados,
como si todo el aire del mundo se hubiese agotado de pronto.

Ahí nos quedamos,
como peces en una pecera sin agua,
como los atónitos visitantes de un planeta vacío.

Nada teníamos,
aunque también es cierto que ya nada queríamos.
Recuerdo bien que a mi hermana Susi y a mí
nos dieron la noticia en el cuarto de aseo
de aquel colegio para hijas de presos políticos.
Había un espejo enorme
y yo vi la palabra muerte crecer dentro de aquel espejo
hasta salir de él
y alojarse en los ojos de mi hermana
como un vapor letal y pestilente.
Nada ha logrado hacerme olvidar aquellos ojos,
salvo algunas horas de amor
en que Félix y yo éramos dos huérfanos,
y el rostro milagroso de mi hija.
Y nada más tuvimos
durante mucho tiempo.
Pero mamá tuvo menos que nadie.
Mamá quedó como un espejo sin azogue.
Lo perdió todo
salvo un hilo delgado que la unía a nosotras,
y por aquel inconcebible puente
como tres hormiguitas
íbamos y veníamos a su estatua de vidrio
restituyéndole el azogue.
Volvió a nosotras desde el país del hielo
y volvió tan absolutamente
que gracias a ella, nosotras, que nada teníamos
lo tuvimos todo.
Mamá fue nuestro Espasa,
fue nuestro Guerrero del Antifaz,
el País de las Hadas,
la abundancia dentro de la miseria,
nuestro mejor amigo,
nuestro escudo contra los moros,
la enamorada de las bellas artes,
la que hizo posible que papá no muriera,
la que lo fue resucitando en cada uno de sus cuadros.

Mamá fue quien nos dijo que mi padre admiraba a los griegos,
que adoraba los libros,
que no podía vivir sin la música
y que fue amigo de Unamuno.

Cierto que no tuvimos nada,
que muchas veces nos faltaba todo.
Pero aunque algunos días no comimos,
tuvimos una radio para oír a Beethoven,
y un día de reyes de mil novecientos cuarenta y cuatro
mamá y los tíos fueron al Rastro:
nos compraron tres libros:
La cuesta encantada, Nómadas del Norte
y El último mohicano.
Dios sabe cuántas veces habré leído esos libros.
Mamá nos trajo El último mohicano
y de la mano de ese indio solitario
entramos en el mundo de lo maravilloso
y lo tuvimos todo para siempre.

Y ya nadie podrá quitárnoslo.



Francisca Aguirre
Trescientes escalones

Lectura de Marta Agudo
Bartleby Editores


domingo, 29 de septiembre de 2019

LAS IMPORTACIONES UN POEMA DE RAFAEL ESPINOSA





LAS IMPORTACIONES



Es enternecedor por las abejas
y su música evangélica
pero al cabo resulta tonto
alegrarse porque se incrementaron
las ventas de miel al extranjero.

¿En verdad crees que valga la pena
otra hiperproductividad que la del sexo?

Yo lo veo así. La vida es como una interminable helada y un deshielo breve,
donde se pasa del bloqueo creativo a los pensamientos y la idea voladora
siempre se dirige a acariciar otra anatomía.

Entonces nacen los sentimientos,
semejantes a escuchas telefónicas
donde espiamos al mundo:
sentimos a los árboles ser derribados,
los sentimos caer sobre las poblaciones
como bombas de racimo
y al viento guardar esos infantes.

Puede ser terrible esperar al cuerpo
a tocar sin descanso. Hace frío
y podemos refugiarnos en cualquier vertedero,
hasta confundirnos con papelería.
El juego de la orquídea y la abeja
por multiplicar las plantas epífitas
no nos despertará.

A mí me ocurrió que aguardando
arrojé tantos guijarros por los farallones
que terminé por hacer una vida.
Mientras, Pietro se camuflaba
tras la oferta respiratoria
soñando con los muslos de los corredores
sudorosos en los parques.

¿En realidad distingues entre
un pensamiento y segregar cera?

¿En serio crees que los viejos aman
y el perdón no nace
de ser insaciables en el sexo?

Un poema y su lector son insaciables.



Rafael Espinosa
El vaquero sin agua en la cantimplora

Ediciones Liliputienses


sábado, 28 de septiembre de 2019

AJUAR UN POEMA DE JUANA CASTRO




AJUAR



Una navaja siempre a mano,
colgada del delantal o en el bolsillo.
Igual corta las setas, los cardillos, las fieras
tan verdes del arroyo
que el pan en rebanadas del almuerzo.

Al casar una moza,
su regalo primero la navaja.

Escarba criadillas y collejas,
simula gorrioncillos y pequeñas cariátides
si tala las bellotas,
o pincha una tajada
de magro y en la cena
le alarga pedacitos a su niña.

Con navaja y cuchara ya el cubierto
al tajo y en la mesa.

Pelar un higo chumbo
y al gallo rebanarle el resuello,
la madre de familia
madura con navaja.

Doméstica y cerril,
fulgurante y sencilla,
primorosa.
Hoja bien afilada, recias cachas.

Una moza ya está
puesta de largo
con su fértil navaja.



Juana Castro
Antes que el tiempo fuera

Ediciones Hiperión

viernes, 27 de septiembre de 2019

VIVIR COMO SI FUÉSEMOS LA ÚLTIMA GENERACIÓN SOBRE LA TIERRA DE JORGE RIECHMANN




Vivir como si fuésemos
la última generación sobre la Tierra:

pero lo llamamos “prosperidad” y “progreso”

———

Acrecentamos medios
destruimos fines
Destruir la montaña para extraer el yeso
Destruir la montaña para extraer el cobre
Destruir la montaña para extraer el litio

Destruir la montaña

que es arrasarnos a nosotros mismos

———

Demasiado tarde para el pesimismo
Demasiado tarde para el optimismo

Éste es nuestro momento: ahora o nunca



Jorge Riechmann
Ars Nesciendi

Amargord Ediciones

jueves, 26 de septiembre de 2019

DOS POEMAS DE INCIDENTAL DE ELI TOLARETXIPI




PEDAZO



Describe la tormenta como animal,
acecha, amenaza, luego pasa,
amordazada, anudada, prieta.
Hay un montón de carbón
que tapa la entrada.
Pone cuidado en lavarse, esquiva ese olor
a carne pequeña, esa leve náusea.
La música no emociona, pero apacigua, sosiega.
La oigo muy lejos, se le va encogiendo la voz.
Ahí, entre el recuerdo de lo negro en la entrada
y los yerbajos, la herida sigue profunda,
la tierra mojada secándose, removida.
La niebla sofoca el ruido
llega fría a los pulmones.
Duele aún, aunque alivia.
El cerco abierto se adelgaza
roto, se bifurca.



——————————————————



R



Se va curando la herida del rayo.
Se tapa, se cubre.
Se transforma abajo. Se cose por dentro,
casi costura de hilos fundidos con la piel, por el sudor.
Corre detrás del tren con un gorro de lana blanco, calado.
La madre amamanta a otros en un vagón de madera.
La niña corre tanto como el tren lento.
Lo alcanza. Es otro tiempo el de ella, el tren, el flujo
de la madre. En el poema se siente a salvo.
La madre tiene otros asuntos. A veces pasa por delante
vestida de rojo, las piernas vendadas, pero de su rostro
sigue emanando una luz: haz como si siguiera a tu lado.



Eli Tolaretxipi
Incidental

Ediciones Trea

miércoles, 25 de septiembre de 2019

TEMPORADA DE PETARDOS UN POEMA DE MARINA YUSZCZUK




TEMPORADA DE PETARDOS



Esta medida de tiempo:
lo que tarda en quemarse una tostada

un segundo perdido que te hace preguntarte
¿cuándo pasó lo que pasó?

o tal vez simplemente no pasó
y sin embargo la tostada está quemada
es amarga

si te parece demasiado tonto, todo bien
pero no tengo otro modo de explicar
esta manera suave de no estar

siempre fui la primera en sentirme enamorada de mí
y ahora no más
sospecho que mi corazón está de duelo

enamorado de nadie
no quiere nada
y no le importa nada.



Marina Yuszczuk
La ola de frío polar

Ediciones Liliputienses

martes, 24 de septiembre de 2019

MANIFIESTO INTESTINO UN POEMA DE TXUS GARCÍA





Manifiesto intestino

[…] como si el alma
fuera un intestino
o una garganta
                         Jesús Lizano



Hay que agarrar la tierra,
calentita o helada,
y comerla,
¡comerla!

Oliverio Girondo

Sean los poetas intestinos
              bellos rumiantes del verso.
Mastiquen el bolo despacito,
hagan trabajar su yeyuno,
reposen la secreción biliar
y excreten, finalmente,
nuevos poemas grumosos.

Id contra los poetas gástricos,
los que desprecian la rapsodia
que evitan la perfopoesía
y aborrecen el arte bardo,
los métodos escénicos
             —polipoéticos—
o las nuevas maneras de cantar
a Dulcinea.

Dicen los lame-micros que basta
con su adusta jeta, con su nombre
anunciado por un chambelán.
Adoran su arte gráfico, gravoso
y creen que el poema
             —pobres incautos—

no es estiércol.

Se niegan a masticarlo, a digerirlo,
lo desposeen de su fase anal,
lo entregan crudo, tembloroso.
Leen amorrados a su publicado libro,
con bajita voz y nula emoción
             —pero con gran ego.
Entonces, ese pobre y buen poema
se nos atraganta a medio camino,
provoca acidez y somnolencia,
eructamos su intenso sabor a ajo.

Digieran, señoras, caballeros,
sus versos lipídicos fosfatosos
y no los regurgiten de repente.
Trabajen traje, movimiento y tono
antes de entregarlos a Dulcinea,
no sea que se reciten ustedes encima
en vez de evacuarnos el alma,
             —el poeta es un sistema digestivo—
dejándonos una dulce sensación de alivio.



Txus García
Poesía para niñas bien (Tits in my bowl)

Edicions Bellaterra

lunes, 23 de septiembre de 2019

A DAFNE SOLA UN POEMA DE GEMA ESTUDILLO




a dafne sola


sabed que no se apiada el bosque
de la textura de una voz
ni echa el hombre más raíces
que las del miedo
y no hay elemento en la naturaleza
que traiciona su ser
para apiadarse en la noche de un grito
o para que brote de la tierra vida
si no hay simiente

sabed que en los altares de los dioses
que pueblan las afueras
se sacrifican vírgenes en nombre del amor
y la ignominia cuaja
y las flores se pudren
antes de nacer

porque los dioses ya no oyen
y estad seguros de que hoy
ninguno de ellos abandonaría
su partida de póker sobre la mesa
para salvar a una ninfa
en el extrarradio



Gema Estudillo


Ediciones Tigres de Papel